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Por Jorge Cadús / 7 de Septiembre de 2012
NUEVO DISCO DE ADRIÁN ABONIZIO
UNA CORDIAL MALDICIÓN

Adrián Abonizio pertenece a lo que la historia denominó Trova Rosarina, aquel fenomenal malón que en 1982 se instalara definitivamente en el mapa musical argentino. Ahora presenta su nuevo disco: "Tangolpeando", con 12 temas propios donde, entre el humor y la mirada de cronista de estos tiempos, Abonizio ratifica su condición de gran letrista de canciones argentinas. El disco, editado por el sello BlueArt Records, se presenta en el Gran Salón, quinto piso de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza, Rosario) el sábado 8 de setiembre a las 21.30 horas.

Audio: Adrián Abonizio - Mi flor querida



Una posible e incompleta biografía podría registrar los comienzos artísticos de Adrián Abonizio en la banda El Principio; para pasar después -allá por 1975- a Irreal, grupo que luego tuvo como cantante a Juan Carlos Baglietto; su paso por La Terraza, trío de guitarra, flauta traversa y batería ideado por Abonizio, con Ricardo Topo Carbone y el Mono Konan, sobre finales de los 80; su yunta con Jorge Fandermole, con quien se presentó en la edición de 1983 del Festival de La Falda, y su larga trayectoria como solista. Lo que sigue es parte de un diálogo con el creador de "Mirta de regreso", "El témpano", "La villa de los milagros" y "La historia de Mate Cosido", entre otras canciones imprescindibles de la música popular de estos arrabales, y que por estos días estrena un disco gestado a lo largo de varios años.

-Este año se cumplen 30 años del nacimiento de lo que se denominó Trova Rosarina. ¿Cómo ves hoy aquel 1982, teniendo en cuenta que Mirta de regreso fue punta de lanza de aquel movimiento?
-Lo veo como parte de la historia que por suerte sucedió y en donde fuimos partícipes, aunque hayan cambiado los temas y las temáticas, creo, que la música de rock nacional hoy por hoy no puede dejar de saltearnos. Hoy la veo como un recuerdo activo, ya que seguimos tocando, grabando generando cosas.

- ¿Puede tomarse a bandas como El Principio, Irreal y Pablo el Enterrador como la génesis de lo que se llamó La Trova?
-Sí, junto a un montón más que participaron. Por suerte en esa época se trabajaba en equipo y el logro de uno era el de todos.

- Desde entonces hasta hoy, ¿cómo describirías el panorama de la canción popular actual? ¿Qué lugar considerás existe hoy en el rock argentino para la poesía y las historias?
-El rock se volvió standard y con moldes predeterminados que dan resultado en el mercado. Además, el mercado se encargó de dar la fórmula. Por ende, es un círculo vicioso que se va a romper cuando aparezca otra línea o seamos independientes de la difusión, la entronización y el éxito. Hay que poner la mira en el folclore y el tango que están esperando la fusión: de allí saldrá el germen.

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Músico, docente, periodista y escritor, tiene -a la fecha- seis discos y cuatro libros editados. En ese viaje por canciones, poemas, relatos y cuentos, Abonizio supo contar el otro lado de la vida cotidiana, algo así como el costado perdidoso del asunto.
Él mismo lo explica así: "Vi que eran más los que perdían que los que ganaban. Y que incluso los supuestos triunfadores se imponían porque había formas prestablecidas para que ganasen siempre los mismos. Entonces me importó detenerme en las diferentes formas de la derrota. Me parece que es más fácil ganar que perder. El triunfo puede venir muy rápido y cualquiera puede ganar. El tema es saber perder y mantenerse digno en la derrota. Y no es que haya querido convertirme en el abanderado de los que perdieron, ni que trate de hacer un culto de eso. Simplemente ocurre que, cuanta más gente conozco, más me doy cuenta de que los que perdieron son muchos más que los que ganaron. Todos hemos perdido algo, además de plata: hemos perdido amigos, hemos perdido ideales, hemos perdido belleza, hemos perdido salud. No somos Dinamarca ni Suecia: somos Latinoamérica. Yo lo veo como un principio, más que evangélico, cristiano, que consiste en sentir ternura hacia tantos ángeles caídos. Me enternece mucho ver a la buena gente que sufre. No a la mala gente que padece por no poder llegar a un lugar de supuesto poder o de pretendido éxito. Veo que la mayoría tiene muchos cascotazos encima y desconfío de los que siempre se muestran indemnes. No se trata de ensalzar el sufrimiento: se trata de comprender que quien no se golpeó nunca ni padeció jamás una derrota, no es en realidad humano".

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-La canción Mirta de regreso fue la primera de las canciones de la trova que alcanza difusión masiva. ¿Cómo nació esa canción? ¿Cómo te tocó en lo personal ese hecho de que una canción nacida en la intimidad se convierta en un símbolo cultural tan fuerte?
- Fue la primera de nuestra camada, es cierto. Y tuvo la rara virtud de encarnar una escena con otras que estaban pasando o sucedieron. Coincidencias del inconciente colectivo. Y nació justamente de eso: de una total inconciencia, no hubo nada predeterminado o demagógico. Salió porque estaba en el aire. Salir de la intimidad a la luz es una cosa molesta, pero se vive con la presunción que es lo que siempre uno buscó, por tanto, hay que disfrutarlo.

- En la letra de Mirta hay ciertos detalles que pueden remitir a las letras del tango (los zapatos asomando debajo de la cama, por ejemplo, permiten pensar en aquellos lindos frasquitos de Contursi, o el tren retumbando en la estación, ese otro turbio fondeadero donde van a recalar barcos). ¿Cómo juega la poética del tango en tus canciones? ¿Sentís que esa misma poética juega en otros autores de la Trova?
-Sinceramente, soy el más tanguero de la Trova en cuanto a escribir. Y el molde de Mirta es una copia del modelo para construir una historia fuerte al estilo tanguero: con una idea emotiva interesante, la injusticia, el amor, la libertad. Eso. Pero el tango es otra cosa, y que lo comparen con el género me halaga sobremanera.

- Varias de las canciones de la llamada Trova toman recortes de la vida cotidiana. Pienso en No te caigas campeón, de Lalo de los Santos, o Junio, de Jorge Fandermole, o en tu Historia de Mate Cosido. En tu caso, ¿cómo influyen esas realidades -que por otro lado muchas veces entran en la crónica roja de los diarios- a la hora de componer?
-Son algo más que entra sin querer. El contacto diario con los informes a veces generan canciones tipo crónica que si no persiguen un fin demagógico y si están bien escritas, bienvenidas.

-Como uno de los referentes de la Trova, Juan Carlos Baglietto sumó en su repertorio canciones de muchos autores con miradas diferentes. ¿Sentís que -obviamente, más allá del repertorio de Baglietto- dialogás con otros cantautores en tu obra? La conexión más cercana que se me ocurre es Fandermole, con el que también compartiste formaciones musicales.
- Claro y lo hago aun con autores desconocidos que aún ni siquiera han sido grabados.

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Allá sobre finales de la década del 90, Adrián Abonizio formó junto a Lalo de los Santos, Rubén Goldín y Jorge Fandermole el grupo "Rosarinos", del que quedó un registro grabado y editado en 1998.
Por aquellos años, Abonizio le decía a este cronista que "hay que tener dos o tres cosas claras. A veces yo trato desesperadamente de reflejar lo que pasa, pero me tengo que creer que soy uno más de los que reflejan. Hay gente a la que naturalmente le sale esto de contar lo que pasa, yo tengo que hacer un gran esfuerzo... pero el tema es que he visto mucha gente que lo que cuenta, lo que canta, se le oxida en la boca, le queda grande lo que dice. Hay que ser cuidadoso, y que lo que uno dice, lo que uno canta, que sea proporcional a lo que uno es. Yo trato de ser así, y trato que mis compañeros de ruta sean así. Hay que atreverse a ser lo que uno dice, lo que uno canta, lo que uno interpreta. Después, el arte es otra cosa..."

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- En el disco Extraño conocido reversionaste canciones de tus discos anteriores. ¿Cómo sentís que trató el tiempo a Cantándole a los vivos, o Plantas Argentinas, canciones que expresaron un momento de mucha esperanza en nuestro país?
-El tiempo las trató bien, no se desgastaron, además, porque no fueron muy conocidas, pero expresan lo mismo que pienso ahora. ”La esperanza es lo último que se perdió”, dice el dicho cínico, y fuera del humor negro, aún tengo fe.

- Hay muchas canciones de la trova donde existe una sensación de recorrido, de caminata, no sólo en las letras sino también en las músicas. Pienso en tus canciones: Constitución de noche, Club de almas, o en temas de Goldín como Basura en colores y Ludueña. ¿Cómo se da ese recorrido a la hora de escribir?
- Caminar es observar y aprender. Pensemos en Las cosas tienen movimiento de Fito. Ninguno de nosotros fue un músico de laboratorio y no aguantábamos las clases, salvo Fander, quien, no obstante tiene "recorrido" en sus letras. No está mal emparentar la figura del trovador con lo estrictamente visual, pensando en el fondo que la vida dura poco y está todo el tiempo cambiando.

- ¿Cómo analizás el período de la década del 90, donde se establece una especie de dictadura de mercado aún en el ámbito cultural? ¿Qué herencias creés que dejó en el panorama de la música popular?
- Dejó una marca: que no hay moda posible que nos desintegre porque pertenecemos, se quiera o no a la historia que tiene que ser contada y nos tocó a nosotros una parte en el Gran Cuaderno. Nadie la podrá borrar, porque se borra a si mismo. Esa es nuestra cordial maldición. Y pienso en ello cuando me dicen "Abonizio, pasaste de moda". Me da pena y gracia a la vez. Por eso sigo, porque tengo un deber y una alegría.

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Hace casi una década atrás, en los rescoldos de una mesa en Olimpo, recién salido de una actuación junto al guitarrista Hugo García, Adrián Abonizio confirmaba aquel secreto a voces que corrió desde siempre en las calles de Rosario: "en cuanto a la forma musical o poética nuestra está vinculada a la trova cubana, o a la música de los cantares españoles, aún a la música latinoamericana, en cuanto a cómo contar algo. Y fundamentalmente a la música argentina en cuanto a la zamba, al tango, digo: la forma. Y el fondo, bueno, lo pone cada uno. El fondo es muy variable, siempre hubo estúpidos y siempre hubo tipos más despiertos que otros, más críticos, menos críticos. Y ahora también ocurre lo mismo. Se puede hablar de matices, pero me parece que todo sigue igual.
Y confesaba que "cuando empezaron a hablar de trova rosarina, al principio lo negábamos. Pero ahora ya está. Es como que te digan 'Cacho', o te digan 'pelado...' Es que uno tiene muchos prejuicios, miedo a la etiqueta, o no sé qué mierda quieren que le diga. Pero eso fue un buen escudo para defenderse en Buenos Aires, para abrir alguna puerta. Y sobre todo para no pisar el palito de la arrogancia, de creerse que uno representa a miles. Uno es un cachito de cultura dentro de la rosarinidad".

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- En un par de canciones ponés a dios, el diablo, y la virgen en situaciones cotidianas y cercanas a la vida en los márgenes. Este disco también incluye acercamientos a esos arrabales. ¿Qué lugar ocupa lo religioso a la hora componer? ¿Y lo marginal?
-Todo lo religioso conocido, por su destino fatal de tener algo bizarro, es marginal. No tengo la culpa que hayan convertido a la religión en una parodia, y a los héroes santorales en víctimas de comerciantes. Sólo veo esto, y trato de dialogar con ellos para humanizarlos un poco, es todo.

-"La Patria" fue siempre un concepto ligado más a lo nazionalista. En Dormite... le cantás una canción de cuna a la Patria, ligada a recuerdos infantiles y decepciones varias. Pero también con fuertes presencias, como las Madres y los laburantes, que marcan otros territorios posibles de identificación. ¿Cuál es tu noción de patria?
-La mía propia es la educación y el lugar donde nací. Para otros que sufrieron cosas horribles la patria debe ser algo espantoso y para aquellos que nacieron en cuna de oro un reino. Por eso, la patria se va haciendo todos los días tratando de abarcar muchas miradas y tratar con el trabajo propio de no envilecerla.

- En muchas canciones de la trova hay una fuerte presencia del agua, pero más allá de cauces, como geografía social, política, histórica y emocional. ¿Cómo definirías esa presencia?
- La presencia del agua es poética e histórica: nacer con un río delante amplia la "salida" a las ideas que tienen donde desaguar. Yo vengo de una familia de pescadores y usé al río de metáfora para toda mi vida, el devenir, el destino, el final del principio o al revés.

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"Aquí tenemos al Abonizio de siempre: afinado en registro medio, de tonos un poco ásperos, cálido y confidente. Definitivamente, no impostó su voz para simular el cantor de tangos que no fue ni será. Curiosamente, esta ausencia o sustitución – una estilo de canto más moderno allí donde se esperaba la retórica del tango clásico – termina acrecentando la credibilidad de canciones que, con toda seguridad, serán la delicia de los degustadores de tangos reos. Una voz coetánea, un sonido tradicional y un repertorio a estrenar: ¿será esta la clave del tango canción del siglo XXI?", escribe el periodista Sergio Pujol en las notas del disco.
La cita es entonces en el Gran Salón, quinto piso de la flamante Plataforma Lavardén (en la esquina de Sarmiento y Mendoza, Rosario) el próximo sábado 8 de setiembre a las 21.30 horas.
Esa noche, el trovador errante estará acompañado por Erica Di Salvo en violín (ex integrante de la banda de Charly García), Rodrigo Aberastegui en guitarra y piano y Sergio "Muerto" Sainz en contrabajo.

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-Uno de tus proyectos se denomina La madre de todas las batallas, cercano al rock. Tus trabajos con Sainz bordean el folclore. Ahora presentás Tangolepando. ¿La búsqueda tiene que ver con la síntesis de esas expresiones musicales? ¿En esa síntesis puede rastrearse la identidad de estos arrabales?
-Mi búsqueda se remite a una ausencia total de identidad y una caminata sobre lugares que desconozco, por ello, compongo distintos géneros hasta encontrar uno que a lo mejor, si tengo suerte los reúna.


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Imagen: Carina Barbuscia
 

 
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