Jorge Cadús y Ariel Palacios / 24 de Agosto
de 2012
ENTREVISTA A MAURO FEDERICO
PAÍS NARCO, CIUDAD TOMADA
A principios de agosto de este año Mario Roberto
Segovia -conocido como "El rey de la efedrina"-
fue condenado por el Tribunal Oral Federal N° 4
de San Martín como coautor del delito de
contrabando agravado, inhabilitado por 10 años
para actividades de importación y exportación, y
sancionado con una multa de 30 mil pesos. La
historia del "Gordo" Segovia es parte de la
crónica de una ciudad que en los últimos veinte
años se convirtió en clave para la logística de
narcotráfico internacional, como lo denuncia el
libro "País Narco", del periodista Mauro
Federico. Lo que sigue es parte del diálogo que
este medio sostuvo con el autor de ese trabajo.

LA REVOLUCIÓN PRODUCTIVA
A principios del 2011, el periodista Mauro
Federico publicó el libro "País Narco. Tráfico
de drogas en Argentina: del tránsito a la
producción propia", una investigación que indaga
en las razones por las que "Argentina dejó de
ser un país de tránsito para transformarse en
una factoría de distribución regional e
internacional" de drogas.
Allí revela parte de la historia de Mario
Roberto Segovia, aquel que en 1997 sobrevivía
como mozo del Club Provincial de Rosario y con
otras changas apenas arañaba para pagar el
alquiler en una casa de Barrio Plata, al sur de
la ciudad.
Para el 2012 de su condena, la Justicia dispuso
el decomiso de bienes y propiedades que "el
Gordo" tiene a su nombre: dinero, relojes de
alta gama, armas, un Rolls Royce Phantom y otra
decena de vehículos, cinco lotes (tres de ellos
en barrio Fisherton) y tres inmuebles en el
casco urbano rosarino.
Todo ese capital, dice el fallo del Tribunal
Oral Federal N°4, Segovia lo hizo dirigiendo
-junto al empresario mexijano Juan Jesús
Martínez Espinosa- una banda "que enviaba
efedrina hacia México y elaboraba metanfetamina
en una quinta en Ingeniero Maschwitz".
En su trabajo, Mauro Federico revela que "había
trabajado mucho investigando el triple crimen de
General Rodríguez y la ruta de la efedrina
cuando trabajaba en Crítica de la Argentina. A
fines del 2008 propuse a varias editoriales
hacer un libro analizando estos hechos, pero en
ese momento no les interesó demasiado la
propuesta. Un año después me llamaron de
Sudamericana para decirme que querían publicar
un libro que retomara la senda de Blanca y
Radiante, escrito por Gabriel Pasquini a
mediados de los noventa, en el que
investigáramos todo lo ocurrido en materia de
narcotráfico en Argentina durante la última
década y en el que incluyéramos un par de
capítulos relacionados con el triple crimen y la
efedrina. El desafío no era sencillo. Pero armé
un equipo con dos periodistas de lujo como
Carlos del Frade -coautor del trabajo- y
Florencia Halfon Laksman y lo hicimos en un
año".
"En 2008, el fusilamiento de tres empresarios
que pretendieron meterse en el negocio de la
efedrina y la ejecución de dos colombianos -al
mejor estilo Medellín años ochenta- fueron las
violentas cartas de presentación local de
carteles que manejan la droga a nivel mundial,
una historia que suma episodios día a día, y en
la que el narcoavión con 944 kilos de cocaína
requisado en España no es un dato aislado sino
el eslabón lógico de una cadena de
acontecimientos.
Colombia, Brasil y Argentina son los países
elegidos por organizaciones narcos a la hora de
triangular la mercadería que se comercializa en
Europa, África y Oceanía.
Puestos fronterizos permeables y ausencia de
radarización son claves para el crecimiento
exponencial del negocio y la modificación
radical de su matriz.
Todo esto agravado por un escenario en el que no
faltan policías sorprendidos con cargamentos de
cocaína, jueces que limpian órdenes de captura
internacionales, políticos involucrados en
asesinatos de narcos, combates entre bandas que
se libran en las calles y falta de controles
sobre el dinero sucio.
País narco revela los detalles de los episodios
de narcotráfico más resonantes de la última
década y plantea una serie de inquietantes
conclusiones que apuntan a una pregunta
recurrente: ¿por qué la Argentina dejó de ser un
país de tránsito para transformarse en una
factoría de distribución regional e
internacional?", sostiene la solapa del libro.
UN ESTADO CÓMPLICE
Lo que sigue es parte del diálogo que Mauro
Federico, autor de "País Narco. Tráfico de
drogas en Argentina: del tránsito a la
producción propia", sostuvo con este medio:
-¿Cómo surge esta investigación?
- Cuando estábamos trabajando en el diario
Crítica, allá por el año 2008, me tocó
investigar un hecho que ocupó las portadas de
los matutinos en aquel momento, el caso del
llamado triple crimen de general Rodríguez,
donde tres jóvenes aparecieron asesinados de una
manera muy particular, muy propia de las
estructuras del sicariato, es decir de la mafia
del crimen. Yo me dedico a investigar temáticas
relacionadas con la salud entramadas con
cuestiones policiales. A poco de investigar nos
enteramos que al menos dos de esos tres
muchachos estaban ligados a la industria
farmacéutica, tenían actividad dentro de lo que
es la venta y comercialización de fármacos. Y
tirando un poquito más del hilo nos enteramos
que estaban involucrados en el tráfico de una
sustancia que si bien era legal, debía tener
algunas regulaciones en cuanto a sus cantidades,
que era la efedrina. Para nosotros, en aquel
momento la efedrina -digo para todos los
argentinos- era solamente la sustancia que le
había cortado las piernas a Maradona en el
Mundial del 94. Pero para el resto del planeta
la efedrina es uno de los precursores químicos
que mayor utilización tiene en la preparación de
las drogas sintéticas, como las
meta-anfetaminas. Traficar efedrina no era algo
sencillo de comprender para quienes no estábamos
preparados. Me refiero a los argentinos, y
específicamente, a las autoridades argentinas,
que no estaban preparadas para reprimir el
desvío ilegal de este precursor. Ese fue el
disparador de la investigación. A partir de allí
trazamos bicectrices con otros hechos policiales
que parecían aislados pero que tenían un común
denominador: eran crímenes con la impronta del
sicariato narco. Recordemos el asesinato de dos
colombianos en el playón de un estacionamiento
de un importante shopping del conurbano, otros
dos colombianos que aparecen calcinados y
mutilados sus cuerpos en una camioneta
utilitaria en la zona de La Tablada, en La
Matanza. Todo eso nos daba la impronta de que
Argentina comenzaba a atravesar un período en
donde la violencia derivada del negocio del
narcotráfico comenzaba a instalarse. Y no nos
equivocamos, desgraciadamente. A partir de ahí
surgió la investigación que se plasmó en este
trabajo.
-País Narco plantea que "Argentina dejó de ser
un país de tránsito para transformarse en una
factoría de distribución regional e
internacional". Ahora, ¿qué etapas de la
producción de la droga se llevan adelante en
nuestro país y qué drogas predominan?
- Hoy por hoy el predominio en cuanto a negocio
lo continúa teniendo la cocaína, a nivel
mundial, dentro de lo que es la producción y
comercialización de drogas. Pero ha crecido
mucho, y cuando digo mucho son cifras
exponenciales comparadas con las de hace 10
años, la producción, distribución y venta de las
llamadas drogas sintéticas. Todos los derivados
de las meta-anfetaminas han proliferado no sólo
en nuestro territorio sino en todo el mundo a lo
largo de las últimas dos décadas, al menos. Esas
drogas, llamadas drogas científicas, no
requieren de ninguna estructura demasiado
compleja, con pequeños laboratorios de
procesamiento de las sustancias pueden obtenerse
sin demasiado inconveniente, contando -por
supuesto- con la materia prima. En el caso de la
cocaína, Argentina, por sus características
climatológicas y su ubicación geográfica, no
tiene el clima adecuado para que en su
territorio existan cultivos de las plantas que
originan la sustancia, es decir, la planta de
coca. Lo que sí ocurre en Argentina es que se
completa el proceso productivo. Los países de
origen de la cocaína, Colombia, Perú, Bolivia,
lugares donde existen el clima y la geografía
adecuada para la plantación, se han percatado en
los últimos años, que es mucho más sencillo
realizar los primeros dos pasos del proceso de
la producción de la cocaína, es decir, la
plantación, el cosechado, todo lo que tiene que
ver con la elaboración del primer tramo del
proceso productivo, que es la generación de la
pasta base, y completar la transformación de esa
pasta base en clorhidrato de cocaína en
laboratorios clandestinos y cocinas de la
Argentina. Eso es lo que ocurre. La gran parte
de la cocaína que ingresa al país lo hace bajo
la forma de pasta base, y en nuestro país
termina de transformarse en ese polvillo blanco
que tanto bien le hace a los bolsillos de los
narcotraficantes y tanto daño le hace a los
cuerpos y a las cabezas de nuestra gente.
-¿Qué rol ha cumplido el Estado a la hora de
intervenir en esta situación?
- Siendo generoso en la consideración, el papel
del Estado ha sido bastante flojo. Si soy un
poco más suspicaz debo decir que el estado ha
funcionado y funciona prácticamente como
cómplice de estas actividades. Y cuando digo el
Estado me refiero al estado en todas sus
consideraciones. Uno tiene la imagen de que el
Estado es el gobierno, o el político de turno
que está en la presidencia. Y el Estado es una
estructura mucho más compleja que meramente su
cabeza política. Básicamente esa conducción
política tiene que ver con lo que ocurre debajo.
Pero si pensamos que todas las fuerzas de
seguridad, no todos sus efectivos pero sí en sus
médulas, todas las fuerzas de seguridad tienen
unidades que están comprometidas con el negocio
y la regulación del tráfico de estupefacientes,
debemos decir claramente que el Estado es
cómplice. Forma parte del negocio de la droga.
Porque esas fuerzas de seguridad responden -o
deberían responder- al dictado de una política.
Y si hablamos de política, es decir la
obligación que tienen quinen conducen al Estado,
nuestro país no ha tenido una política clara en
materia de lucha contra el narcotráfico y
control de estupefacientes. Lo único importante
que ha hecho la Argentina es un diagnóstico que
generó un equipo independiente, que fue
convocado por el Ministerio del Interior en el
año 2007 para elaborar ese diagnóstico y una
serie de documentos relacionados con la
situación del narcotráfico en nuestro país. Ese
equipo, presidido por la doctora Mónica Cuñarro,
una fiscal de reputada actuación en la ciudad de
Buenos Aires, ha elaborado documentos que son
lapidarios, y que describimos en nuestro libro.
Allí se habla de la connivencia policial con el
delito, de la connivencia de algunos sectores de
la justicia con el delito. Ese diagnóstico dice
que hace falta un tratamiento de fondo. Y ese
tratamiento de fondo todavía no ha llegado.
- ¿Qué papel juega la región sur de Santa Fe,
atravesada nada menos que por la Ruta N° 34, en
esta historia del narcotráfico?
- Un papel clave. Mirá, para llevar a cabo esta
investigación yo adopté como principio básico no
centrar nuestro trabajo en Buenos Aires. Si bien
Buenos Aires es la ciudad más importante de la
Argentina, no todo pasa por Buenos Aires. Las
grandes urbes de nuestro país también forman
parte de esta problemática. Y es el caso de
Rosario, seguramente una de las más
comprometidas con este tema, con una situación
muy particular que genera una preocupación
extra. Rosario tiene uno de los puertos con
aguas profundas con mayor actividad que tiene
nuestro país. El puerto de Rosario, desde hace
quince años, se ha transformado en un colador
para las enormes cantidades de cocaína
-fundamentalmente- que provenientes de las zonas
del noreste -a través de los ríos, provenientes
del Paraguay- y del noroeste -a través de la
Ruta 34, como bien señalás, proveniente de
Bolivia- confluyen en Rosario para ser
prolijamente camufladas en los conteiners que
luego, en embarcaciones de alto porte son
trasladadas a Europa. En donde todavía sigue
siendo más negocio el comercio de esa droga
originada en Bolivia, en el caso de la cocaína;
o en Paraguay, donde es mucho más profuso el
tráfico en barcazas de marihuana. Por eso
Rosario es un punto clave, con un importante
compromiso con la logística del narcotráfico. Y
como también se han generado cocinas de
producción en la zona del Gran Rosario, ocurre
que los sectores más vulnerables de la
comunidad, aquellos que viven en las zonas
periféricas, donde habitualmente se instalan
estos grupos delictivos para estar protegidos
ante la situación de incapacidad de las fuerzas
de seguridad para llegar a detenerlos, muchos de
los resabios de ese proceso productivo quedan,
en forma de pasta base, en forma de paco, y son
consumidos por nuestros pibes. Y esto es lo que
ha transformado a los asentamientos de las
grandes ciudades -y Rosario es una de ellas- en
lugares donde preocupa el crecimiento del
consumo de los derivados de la cocaína.
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Imagen: Carina Barbuscia
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