Por Grupo Editor / 5 de Octubre de 2012
LA PLAZA POLÍTICA
UN REPARO EN LA INTEMPERIE
Como cada semana, este primer jueves de
octubre encontró a las Madres marchando, paso y
memoria, en la Plaza 25 de Mayo. Cada jueves es
único, e irrepetible: la Plaza es siempre
escenario para el encuentro, la historia
recuperada, el abrazo largo que se estira. A
veces hay canciones y poesía. Otras veces, las
consignas políticas se imponen con su
prepotencia de sueños inconclusos. Este jueves,
las noticias de la semana marcaron el paso, y
distintas organizaciones sociales, políticas y
sindicales, junto a organismos de Derechos
Humanos, convocaron a acompañar a las Madres, en
defensa de la democracia y por un Nunca Más
concreto, sólido e irrevocable.

Trepar estos escalones que inauguran la
geografía de la Plaza 25 de Mayo, cada jueves,
nos fue construyendo una identidad política,
social y cultural.
Trepar esos escalones gastados es –seguirá
siendo siempre- entrar de lleno en el espacio de
lo público. Romper la barrera de lo individual y
tocar la conciencia plena de ser parte de un
todo, de completarse en los otros diferentes –a
veces tan diferentes- que han llegado sin
embargo con las mismas urgencias y parecidos
proyectos.
Porque el pueblo no va la plaza: el pueblo se
hace en la plaza, con la plaza.
Y cantar entonces "si este no es el pueblo…"
cobra sentido de verdad.
Porque dónde, sino en ese amasijo, protegido a
pesar de la intemperie, abierto, colorido y
fuerte, entre baldosas y canteros.
Dónde sino en ese abrazo hecho también canto:
"Madres de la Plaza / el pueblo las abraza…".
Por eso, no es extraño que ante la serie de
protestas "por recortes salariales" que reunió a
agentes de la Prefectura Naval Argentina,
Gendarmería Nacional y un pequeño sector de la
Armada, distintas organizaciones –rápidas de
reflejos democráticos- encendieran el alerta y
convocaran a la población a movilizarse, a salir
a las calles, a juntarse.
"Detrás del conflicto salarial de los
uniformados, el cual ya se encuentra encaminado
en términos administrativos, se ha montado una
operación política de sectores que lo que
pretenden es poner en riego la continuidad
democrática", coincidieron en señalar varios
comunicados.
Norma Vermeullen, Madre de los pañuelos, lo
dejaba en claro: "Más allá de las discrepancias
políticas o partidarias, hay que dar una señal
muy fuerte en contra de cualquier intento
golpista. Hay que decir claramente que esta
democracia ha costado mucho, que hay que
defenderla. Que no queden dudas de esto".
Y no es extraño tampoco que el lugar de
encuentro en Rosario haya sido, una vez más, la
Plaza 25 de Mayo, y la consigna acompañar a
nuestras Madres.
Como decía parte de una de las tantas
convocatorias al encuentro, "la movilización y
el abrazo en la plaza de las Madres, acompañando
su marcha de cada jueves, es la mejor y urgente
respuesta ante los hechos motorizados por
distintas fuerzas de seguridad, que pretenden
disfrazar sus intenciones bajo el anuncio de "un
simple reclamo salarial". La historia de nuestra
patria ha sido surcada muchas veces por hechos
como éstos. Del dolor, del ejemplo de las
Madres, hemos aprendido".
Hemos crecido al amparo de los pañuelos,
reconociendo cómo las diferencias de distinta
índole que portaban estas mujeres no impedían
esa construcción colectiva inédita: las Madres
de Plaza 25 de Mayo. Y en esas diferencias
superadas, en esos respetos mutuos, en esos
intercambios, nos seguimos reconociendo.
Para que quede claro: nuestra identidad política
está ahí.
Nuestra identidad política son esos pañuelos.
Entonces cómo no acompañarlos.
Cómo no encender los candiles cuando los brujos
piensan en volver.
Cómo no dejar de lado miserias y discursos, y
trepar esos escalones viejísimos, cruzar en
diagonal y buscar la miradas dulces y firmes de
Norma, Chiche, Matilde, Lila; sus luminosas
sonrisas –nuestros candiles-; y sentir que se
puede devolver alguito de lo tanto y tanto y
tanto que esas mujeres únicas nos han dado.
El jueves 4 de octubre marchamos, entonces.
Con nuestra memoria fresca. Por el presente
conquistado.
Y sobre todo, por un futuro donde el Nunca Más
sea una realidad.
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Imagen: Archivo Alapalabra
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