Por Pablo Álvarez y Facundo Toscanini / 5 de
Octubre de 2012
JUEVES EN LA PLAZA
LA RONDA DEL TIEMPO
Miriam Moro y Roberto De Vicenzo se
conocieron cursando la escuela secundaria en el
Superior de Comercio, hacia mediados de los años
60. De allí en adelante hubo un camino
compartido que incluyó amor, hijos y compromiso
político. La militancia en la JUP cruzaba
alegrías con temores. Era mitad de la década del
70, y el terror comenzaba a sitiar las calles. A
fines de septiembre del 76 fueron secuestrados
junto a Antonio Ángel López, Rubén Forteaga y
Oscar Bouvier. 36 años después, en la marcha de
las Madres de Plaza 25 de Mayo, se los recordó.
Para abrazarlos, una vez más. Para pelearle al
frío del olvido, y abrigarlos.
Audio: Ana Moro, 1995 / Gustavo De Vicenzo,
2012
El 27 de septiembre de 1976, cinco militantes
del peronismo revolucionario fueron secuestrados
por los grupos de tareas al mando del Comandante
de Gendarmería Agustín Feced. En la mañana de
aquel día, en cercanías del frigorífico Swift,
fueron secuestrados Miriam Susana Moro y Antonio
Angel López. Por la tarde el mismo destino le
esperaba a Roberto De Vicenzo, esposo de Miriam,
a Rubén Forteaga y Oscar Alfredo Bouvier.
Poco tiempo después, tres cuerpos fueron
encontrados por vecinos de la localidad de
Barrancas con signos de haber sido acribillados.
Pasaron treinta años de aquel hallazgo para que
a través de los trabajos de identificación del
Equipo Argentino de Antropología Forense, a
principios del año 2010, se haya logrado
determinar que los dos cuerpos que permanecían
como NN en el cementerio de Barrancas
pertenecían a Roberto De Vicenzo y Rubén
Forteaga.
En diciembre del mismo año 2010 la familia
Bouvier oficializó que el tercer cuerpo fue
también identificado por el EAAF y pertenece a
Oscar "Gusi" Bouvier, quien también había
aparecido acribillado en Barrancas en setiembre
de 1976, pero había sido enterrado un mes
después en el cementerio de Santa Fe. Oscar
Tenía 21 años.
Por su parte Ana Moro, hermana de Miriam, tuvo
en los albores de la democracia la certeza del
destino de su hermana: había sido asesinada y su
cuerpo abandonado junto al de Antonio López en
un camino de Casilda. Fueron enterrados como NN
y la familia Moro nunca pudo recuperar los
restos de Miriam. Les dieron la ropa, pero se
negaron a recibir la venda que llevaba Miriam en
los ojos cuando le dispararon 12 balazos por la
espalda.
"El mismo juez al que le hicimos el hábeas
corpus, y nos dijo que no tenía ninguna noticia
de una chica de esa edad que había salido en
moto con un compañero, es el que recibió el
cuerpo y determinó enterrarla como NN en
Casilda. Luego de dos años la enterraron en una
fosa común en Rosario", relata Ana.
En la Plaza 25 de Mayo, el recuerdo de los
compañeros se hizo presente en la marcha que
ronda cada jueves. Las Madres de la Plaza junto
a los familiares, homenajearon a los cinco
militantes.
Reproducimos en este espacio las palabras de
Gustavo De Vicenzo, hijo de Miriam Moro y
Roberto de Vicenzo, y a la vez compartimos en su
propia voz las palabras que Ana Moro nos regaló
un 10 de Noviembre de 1995, cuando los
estudiantes del Colegio Superior de Comercio de
Rosario decidieron homenajear a los estudiantes
desaparecidos de ese establecimiento.