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Por Jorge Cadús / 7 de Junio de 2013
LA CENSURA NO EXISTE
LOS LIBROS PROHIBIDOS / PRIMERA PARTE

Las marcas que el terrorismo de Estado instalado el 24 de marzo de 1976 dejó en la vida cotidiana de los habitantes de estos arrabales persisten todavía. La prohibición de libros y canciones, el control sobre los intentos barriales de organización y hasta el blanqueo de paredes fueron herramientas de control y disciplinamiento social de las mayorías populares. El genial escritor Haroldo Conti supo describirlo, desde su fundamental obra "Mascaró, el Cazador Americano". Escribió Conti: "Los rurales bajaron a Solsona, le volvieron a romper los huesos a Argimón, que recién se reponía, confiscaron el traje de vuelo, prohibieron la crianza de pájaros y toda ave que remontara y se culearon a varias señoras por alentar aquellas prácticas o por si acaso. El notario Bajarlía fue encausado por abuso de función pública, libelo y apología de la subversión, que de eso se trataba finalmente porque la alteración del orden natural predispone a la alteración del orden establecido". Una maquinaria sistemática puesta en funcionamiento a la hora de imponer un proyecto económico en beneficio de minorías.




EL PAÍS QUE NO QUERÍA SER GRIS
Hacia comienzos de 1976, Haroldo Conti editaba "Mascaró. El cazador americano", Premio Casa de las Américas 1975, "una vasta narración épica", comentaba la prensa especializada, "que probablemente entre a figurar como una de las principales escritas en los últimos años". El escritor uruguayo Eduardo Galeano iba por la séptima edición de "Vagamundo", un libro juzgado como "hermoso y terrible", y Norberto Galasso daba a la luz su biografía de Raúl Scalabrini Ortiz, "un argentino que se atrevió a descorrer el telón del vasallaje imperialista".

Al mismo tiempo, el flamante sello "Rompan Fila Ediciones", dedicado a la literatura infantil, programa un plan de publicaciones "cuyo objetivo será proporcionar al niño libros que le sirvan para educarse según normas que nazcan de sus propias experiencias concretas, que nazcan de su 'escuela de vida' y no de su 'vida de escuela', que nazcan de su lectura de vida' y no de una 'vida de lectura'", decían los responsables del emprendimiento.
Así, en esos días publican "La ultrabomba", de Mario Lodi; "Chile no es cuento", ilustrado por Tabaré; y "El pueblo que no quería ser gris", de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes.
Con el golpe del 24 de marzo de 1976, muchos de esos títulos conocerían la censura, el destierro y la hoguera.

EL SER ARGENTINO
La dictadura que tomaba el poder en esos días planteaba entre sus objetivos básicos la "vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino"; la "vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorezcan su existencia"; y la conformación "de un sistema educativo acorde con las necesidades del país, que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones culturales del ser argentino".

En ese camino, el diario La Prensa publicaba el mismo 24 de marzo de 1976 el Comunicado Nº 19 firmado por la Junta de Comandantes Generales, quien "ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo".
Dicho comunicado anunciaba también que "será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales".

"Junto con el ejercicio de la censura, mecanismo inmediato y directo de represión cultural, las diversas juntas militares desplegaron acciones que constituyeron una verdadera política de producción cultural. En ese sentido tuvieron como objetivo construir e imponer un proyecto basado en la afirmación de un modelo de país acorde con sus principios morales e ideológicos conservadores, autoritarios y antidemocráticos", refrendan Verónica Delgado, Margarita Merbilháa, Ana Príncipi, Geraldine Rogers y Sergio Pujol en su trabajo "Censura cultural y dictadura".

El terrorismo de Estado y su lógica implacable.
Como lo describe Osvaldo Bayer: "No se crea que la dictadura fue torpe enredándose en tiradas oscurantistas -las hubo, sí, pero casi siempre a nivel de proclamas de cuartel- o en un antiintelectualismo salvaje. Se quemaron libros, sí, pero fue al principio, para demostrar autoridad, pero luego todo se hizo suavemente y en la oscuridad. Con encomiable talento mafioso". Pero la represión cultural cuidó las formas. "Así lo comprendía el liberal Videla -cuenta Bayer- No una censura total, sino discriminada. En el cine, sí, porque allá van las grandes masas, en el teatro, no. Porque es para minorías. Por eso puso a Paulino Tato en el cine y a Kive Staif en el teatro San Martín..."

ESCOPLOS Y PIFUCIOS
"Se reprimirá con escoplo todo ocultamiento, deformación, omisión y conexos. Se reprimirá con pifucio de primera los defactos en complicidad directa, resistencia ostensible y apología del susodicho en cualquiera de sus encarnaciones. Se reprimirá con pifucio de segunda toda expresión de las llamadas de arte o cualquier ocupación o ejercicio excéntrico, por los implícitos y concomitantes. El juzgamiento de los delitos previstos, y los imprevistos o semiprevistos que encajen por extensión o concurran al fiat lux de los previstos, se ajustará al procedimiento verbal y sumario con testimonio pro fide y ejecución a mano. Exhíbase".
(Fragmento de Mascaró, el Cazador Americano. De Haroldo Conti).

LOS LIBROS PROHIBIDOS
La nota está firmada por Natalio Alberto Bruzzo, "Subof. Ppal (R.E.) de Marina / Presidente", y cierra con el sello circular de la Comuna de Alcorta. En la mitad del sello, el escudo de la localidad: un hombre con una hoz en su mano derecha, un arado, el sol, el trigo y el maíz resplandecientes, y las "cadenas pisoteadas que simbolizan la liberación del trabajador de la tierra...".
Sin embargo, la nota Nº 094, fechada el 16 de marzo de 1978 y dirigida a instituciones educativas y bibliotecas de la localidad, está lejos de aquellas ideas representadas en el emblema local.
"Es motivo de la presente -reza la esquela- dirigirnos a Ud. adjuntando foto copia para su conocimiento, con la nómina de las publicaciones prohibidas por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional".
Allí, también, la amenaza, brutal e infame: "hacemos saber que la Jefatura de Policía de la Provincia ha sido notificada de la misma para su estricto cumplimiento", termina diciendo la nota rubricada por el interventor Bruzzo.

La comunicación llegó a las instituciones respectivas acompañada con una copia de una extensa lista de libros, diarios y revistas censuradas. Las "Publicaciones Prohibidas por Decreto del Poder Ejecutivo" llenan dos páginas oficio completas. Allí se detalla el número de decreto censor, la fecha correspondiente y el "Asunto", donde constan título de la obra, autor y editorial.
Comparten la lista títulos de ideología marcadamente nazi (como las ediciones de Editorial Milicia, algún número de la revista Cabildo, las publicaciones de Editorial Mi Lucha) y reconocidos escritores e intelectuales.
Los libros "Estudio sobre los orígenes del peronismo", de Juan Carlos Portantiero; "El mayo francés o el comunismo utópico", de Alain Touraine, "Ganarse la muerte", de Griselda Gambaro; "Cuentos para chicos traviesos", de Jaques Prevert; "Mascaró. El cazador americano", del escritor Haroldo Conti; y -entre otros- "Un elefante ocupa mucho espacio", de Elsa Bonermann.
Al pie de la lista que acompaña la nota de Bruzzo, la fecha y la firma del burócrata de turno: "Buenos Aires, 16 de noviembre de 1977. Jorge Eduardo Mendez. Tentiente Coronel (R). Publicaciones".

LAS HISTORIAS AUSENTES
"El rey grande del país chiquito, ordenaba, solamente ordenaba; ordenaba esto, aquello y lo de más allá, que hablaran o que no hablaran, que hicieran así o que hicieran asá.
Tantas órdenes dio, que un día no tuvo más para ordenar.
Entonces se encerró en su castillo y pensó, y pensó, hasta que decidió:
- Ordenaré que todos pinten sus casas de gris", narraba "El pueblo que no quería ser gris", de Beatriz Doumerc.
Pero había quienes no querían, y decidieron desobedecer. Al principio era uno y luego se sumaron barrios enteros y pintaron sus casas de rojo, azul y blanco. Los guardias llegaron a contar 333.333 casas de colores
"Eran tantos, tantos, y estaban tan entusiasmados, que al momento el castillo, las murallas, los fosos, los estandartes, las banderas, quedaron de color rojo, azul y blanco.
Y los guardias también.
Entonces el rey se cayó de espaldas una sola vez, pero tan fuerte que no se levantó más", terminaba diciendo cuento, ilustrado por Ayax Barnes.

El decreto del Poder Ejecutivo Nº 1888/76, del 3 de septiembre de 1976, y la resolución Nº 437/76 del 6 de octubre del '76 prohibieron su circulación, junto a otro título de la editorial Rompan Filas: el cuento de Mario Lodi "La ultrabomba".
Allí se cuenta la historia de Patrón Palanca, un hombre que se hace rico con una bebida realizada a partir de residuos de petróleo, y engañando a la gente a través de la publicidad.
"Los ricos son siempre amigos de los reyes y también patrón Palanca se hizo amigo. Una noche fue a cenar a su castillo y le dijo:
-¡Hagamos una gran guerra! Yo te construiré la ultrabomba y vos me darás cien ultramillones. Yo seré el más rico del mundo y vos el rey de toda la tierra.
-Bien- dijo el rey. -Pero ¿cómo hacemos para convencer a la gente que haga la guerra por nosotros?.
-Me encargo yo- dijo patrón Palanca.
Se hizo jefe de la televisión e hizo un noticiero lindo como la publicidad y todas las noches decía: --Es lindo combatir y morir por mí y por el rey-" va relatando el cuento.
El día de la guerra, el rey y el general Palanca se dirigían a la población que estaba en la plaza, a través de la pantalla de televisión: "Nosotros somos los más fuertes y venceremos. Viva yo y viva el rey".
El general ordenó que se tirase la ultrabomba.
Pero la orden no se cumple.
"- ¡Tira la ultrabomba sobre el enemigo!- gritó el rey enojado.
El piloto volaba y decía:
-Sólo veo chicos y gente que trabaja... el enemigo no lo veo... el enemigo no está.
El rey y el general gritaron:
-¡Son ellos el enemigo! Desengancha y destruílos.
Pero el pueblo y los soldados gritaron todos juntos: ¡NO!
Gritaron tan fuerte que el piloto los escuchó.
Entonces regresó, voló sobre el castillo y le dijo al rey:
-¡La bomba te la tiro a vos!"

LA IMAGINACIÓN TALADA
En 1977, el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación editó "Subversión en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo)".
Allí establecía -entre otras cuestiones- que "el accionar subversivo se desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para la acción que se desarrollará en niveles superiores".
Al mismo tiempo, advertía: "La comunicación se realiza en forma directa, a través de charlas informales y mediante la lectura y comentario de cuentos tendenciosos editados para tal fin. En este sentido se ha advertido en los últimos tiempos una notoria ofensiva marxista en el área de la literatura infantil".

La revista Gente, bastión discursivo de la dictadura militar, se preguntaba en diciembre de aquel 1977: "¿Usted sabe qué lee su hijo?". Allí afirmaba que "después del 24 de marzo de 1976, usted sintió un alivio: sintió que retornaba el orden. Que todo el cuerpo social enfermo recibía una transfusión de sangre salvadora. Bien, pero ese optimismo -por lo menos en exceso- también es peligroso. Porque un cuerpo gravemente enfermo necesita mucho tiempo para recuperarse, y mientras tanto los bacilos siguen su trabajo de destrucción".
"Hoy, aun cuando el fin de la guerra parece cercano, aun cuando el enemigo parece en retirada, todavía hay posiciones claves que no han podido ser recuperadas", afirma la nota sin firma de la revista de Editorial Atlántida.
Y continúa: "Porque hay que entender algo, con claridad y para siempre. En esta guerra no sólo las armas son importantes. También los libros, la educación, los profesores. La guerrilla puede perder una o cien batallas pero habrá ganado la guerra si consigue infiltrar su ideología en la escuela primaria, en la secundaria, en la Universidad, en el club, en la iglesia".
Y dejaba caer ejemplos claros: "en algunos colegios ya no se lee a Cervantes. Ha sido reemplazado por Ernesto Cardenal, por Pablo Neruda, por Jorge Amado, buenos autores para adultos seguros de lo que quieren, pero malos para adolescentes acosados por mil sutiles formas de infiltración que todavía no saben lo que quieren".

EL ESPACIO DE LA CENSURA
En 1975, la Editorial Librerías Fausto editó el libro "Un elefante ocupa mucho espacio", de Elsa Bornemann. La obra caería también bajo la censura militar, a partir de dos de sus cuentos: "El caso Gaspar" (una historia en donde Gaspar decide caminar con las manos para ahorrar zapatos, y que incluye un insólito interrogatorio al que es sometido el joven por parte de la policía) y el cuento que da título al libro, en donde los animales de un circo se declaran en huelga, liderados por el elefante Víctor, y logran regresar a la selva.

"La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES.
Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres:
-¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego! ¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas!
-¡No usen las manos para comer! ¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Ladren! ¡Rujan!
-¡BASTA, POR FAVOR, BASTA!- gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos. -¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?
El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante:
-...Con que esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque... o nos envían de regreso a nuestras selvas... o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho.
Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África", relata en uno de sus tramos principales la obra de Bonnerman.

El decreto 3155/77 que prohibió su circulación, firmado por el General Albano Harguindeguy, había advertido: "se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (...) De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone".

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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de archivo.

 

 

 
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