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Por Jorge Cadús / 5 de Julio de 2013
FIRMAT: SINDICATOS Y REPRESIÓN
EL NEGRO VÁZQUEZ

En una madrugada del invierno de 1974, Ángel Vázquez, Secretario del Sindicato de la Alimentación de Firmat, cae en mitad de una vereda, bajo las ruedas de una camioneta que escapa, rauda, después de atropellarlo. Un par de compañeros de trabajo lo trasladan hasta el hospital de la ciudad, de allí lo derivarán a un sanatorio en la ciudad de Rosario. Pero los esfuerzos serán inútiles. Después de varios días, Vázquez muere. Lo que sigue es parte del libro todavía inédito "Memoria Roja", que reconstruye la monumental pelea del dirigente sindical, y su muerte a manos de un sicario pagado por el poder político y económico de la ciudad santafesina, con la complicidad de los dirigentes sindicales de la provincia. En la vida del Negro Vázquez, en su temprana muerte, puede leerse parte de la más intensa crónica obrera de la región.
 




LO QUE VENDRÁ
A mediados de 1973, a los pocos días de la asunción de Héctor Cámpora como presidente de los argentinos, un curioso accidente automovilístico sesgaba la vida de una enfermera, Luisa Eva de Gómez, al tiempo que dejaba gravemente heridas a otras dos personas. El dato sería anecdótico, si no fuera porque los tres ocupantes del automóvil eran delegados gremiales, y por esos días encabezaban la toma del Hospital General San Martín de Firmat, ciudad a la que regresaban después de una reunión con las autoridades de gobierno provinciales en Santa Fe capital.
La muerte de aquella trabajadora y dirigente sindical se constituye, a la luz de la historia que vendrá, en el primer atentado perpetrado en el país por uno de los grupos de tareas —o patotas— que confluirán, poco tiempo después, en la organización paraestatal denominada Triple A.
Comisarios de la policía federal; agentes de las policías provinciales; militares retirados y en actividad; matones de las patotas sindicales; delincuentes comunes; más la complicidad de la embajada norteamericana, dieron forma a esta organización que actuó con impunidad, organizada y coordinada desde las estructuras mismas del poder de los estados provinciales y nacional.
La Triple A llegó a publicar periódicamente en los medios de difusión masiva listados con los nombres de aquellas personas que serían asesinadas si no abandonaban el país. En los años que van de fines de 1973 hasta marzo de 1976, la organización paramilitar cometió no menos de un millar de asesinatos.
El atentado de junio de 1973 en las cercanías de Firmat, las muertes en octubre de ese año del periodista José Colombo, en San Nicolás, y del dirigente peronista Constantino Razetti, en la ciudad de Rosario, llevan tempranamente las marcas de esa organización. Marcas que anticiparon los métodos que los grupos de tareas de la dictadura, a partir de marzo de 1976, harían abierta política de Estado. Y que demuestran también el accionar de estas bandas todavía antes de su organización y coordinación desde el Ministerio de Bienestar Social de la Nación. Acciones pagadas con fondos provenientes de empresas asentadas en la región, y con la participación de uniformados y miembros de la pesada de diversas organizaciones gremiales, y el conocimiento y la aprobación de funcionarios de los gobiernos de turno.

LOS INICIOS
Ángel Vázquez, "el Negro", fue el fundador y primer Secretario del Sindicato de la Alimentación de Firmat. Había llegado a la ciudad obrera desde Los Molinos, donde había nacido en 1940, en las conocidas migraciones internas, buscando el mango, con su experiencia como maquinista en buques de carga ganada durante su paso por la Marina. Como tripulante del Portaaviones Independencia dio un par de vueltas al mundo, y supo de otras geografías y otras miradas. De acuerdo al relato que hace su hermano, Ernesto Vázquez, en uno de esos viajes el Negro incluso "estuvo en Polonia, donde estaba Lech Walesa. No era un improvisado, él fue desmenuzando todo ese conocimiento".
En 1964, cuando la muerte de su padre, el Negro volvió a Los Molinos. Fue durante el sepelio que un familiar lo invitó a probar suerte trabajando en Nestlé. La propuesta era interesante, y a los pocos días llegó a la ciudad. Entró en la firma, en la sección máquinas. Entonces la firma tenía cuatro turnos, y cerca de 200 empleados, y a Vázquez le tocó el turno de 04:00 a 12:00 horas. Nunca faltaba al laburo.
Fue en esas esquinas del trabajo y las ideas que construyó amistad, política y dignidades. Esas cuestiones, entre otras, lo llevaron a trabajar para crear un sindicato fuerte, que se haga eco de las necesidades y demandas de los obreros. Fue el motor del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Firmat, y –tal y como lo relatan las Actas del gremio- en su casa de la calle Independencia se concretaron hacia 1971 las primeras reuniones. Supo entonces de las amenazas cuando decidió no vender la palabra y enfrentar nada menos que al poder económico de Nestlé en Firmat, a los corruptos dirigentes sindicales de la provincia -aliados al aparato estatal- y a sus mercenarios a sueldo.

CON VÁZQUEZ ERA OTRA COSA
José Sánchez lo acompañó desde siempre. Lo acompañó más allá de su desconfianza hacia los sindicatos, lo acompañó desde su amistad, trabada en tiempos del servicio militar.
Desde su casa de siempre en la ciudad de Firmat, Sánchez rememora: "nosotros no sabíamos nada de la vida en una fábrica. Y Vázquez viene y nos dice: che, acá no hay sindicato, no hay nada. Le digo: no me hablés de sindicatos; si tenemos que mezclarnos con los sindicatos, no cuenten conmigo. El Negro me dice: vos no sabés lo que estás diciendo, después vamos a hablar. Yo no quería saber nada, hasta que Vázquez me demostró que hay sindicatos y sindicatos".
Wenceslao Ponce también conoció a Vázquez desde aquellos primeros intentos: "yo trabajaba en la Nestlé, y ahí lo conocí, yo trabajaba igual que él en la Sala de Máquinas. El Negro Vázquez fundó el sindicato y compró el local. El era zurdo, defendía a los obreros. Y yo era el delegado de la sala de máquinas", recuerda.
"Vázquez vivía peleando con la patronal. En esa época el gerente era Emilio Weinstein, y el capataz Hugo Sabino Gismondi, que era piola. El Negro era petisito, negro, muy buena persona. No salía. A la mujer le decían 'Bonis'. Leía muchísimo. En la fábrica escondía los libros en el túnel por donde pasaban los cables, en la sala de máquinas donde trabajábamos. Tenías tiempo de leer si querías, porque el trabajo no era mucho", detalla Ponce.
Todavía hoy, sus compañeros remarcan que era "una persona íntegra, que jamás negociaba los derechos de los trabajadores".

El Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación de Firmat comienza a trabajar por el local propio, como lo registra el Acta N° 18 del gremio, de enero de 1973. El proyecto incluye también construir un sanatorio, dar forma a una farmacia sindical. Con Vázquez a la cabeza, arranca a la empresa en esos años el pago del 100% por horas extras, del 300% por trabajo en días feriados, las vacaciones en la Colonia del Sindicato.
Una obrera –hoy jubilada- rememora una de aquellas peleas: "en la sección Hojalatería, donde trabajábamos muchas mujeres con máquinas muy pesadas, nos cambió la función y nos hizo incorporar a la categoría 2, con la que me terminé jubilando. Después le hicimos muchos reclamos a la Oveja Ortiz, pero nunca hizo nada". Y aclara que, en realidad, el tal Oveja Ortiz "nunca laburó pero hizo la plata siendo sindicalista".
"Cuando pedía aumento, si no daban, íbamos al paro. El Negro era firme. A los de la empresa los tenía cortitos", recuerda otro obrero, también hoy jubilado de la firma.
Y aquellas medidas de fuerza eran contundentes.
Otro compañero, Juan Carlos Zariaga, consigna que "la fábrica cada vez perdía mas posiciones al lado de Vázquez. Era el único de todos los secretarios de los sindicatos que tenían todas las sucursales de Nestlé que los hacia arrodillar. Tal es así que un día lo llamaron, esto me lo contó él a mí, me dijo que le pidieron que parara la mano porque los echaban a todos los jefes de la planta. Había un malestar grande en Buenos Aires por lo que pasaba en Firmat. Todo eso fue acumulando cosas en contra de Vázquez y a favor nuestro porque sabíamos que teníamos un tipo que era súper derecho al que no había manera de sobornarlo".
"Con Vázquez era otra cosa", coinciden todos quienes compartieron esos años de pleno empleo, lucha y reivindicaciones.

LA NOCHE SOBRE LOS CUERPOS
José Sánchez, compañero y amigo de Vázquez, recuerda que un par de días antes de su muerte, "estábamos en una reunión, y se hizo las 4 menos 20, nosotros entrábamos a trabajar a las 4 de la mañana. Bueno, a las 4 menos 20 nos fuimos a trabajar, y en el camino pasó una camioneta muy cerca de él, por el lado de él. Cuando nos vemos dentro de la fábrica le digo ¿qué te pasó, Negro? Y me cuenta: uno me tiró la chata por delante, decí que estaba bien despierto, la vi y me tiré a un costado, y el que iba en la chata se fue para otro lado. Yo pensé que eran cosas del Negro, porque era un poquito exagerado". También Juan Carlos Zariaga detalla que Vázquez le relató que sufría amenazas y aprietes.
El viernes 18 de julio, la camioneta dio en el blanco. La noticia publicada en el periódico El Correo de Firmat tituló en su Sección Policiales: "Accidente de tránsito entre un automotor y un ciclista que se encuentra muy grave". Allí, la noticia a dos columnas cuenta que "El día 18 de julio, siendo aproximadamente las 4 horas, se recibió en la Guardia de la Seccional local de Policía, una llamada telefónica desde el Sanatorio Firmat, informando que momentos antes había sido internada una persona que sufriera un accidente".
"Al concurrir personal policial -continúa la nota- constató que la víctima era el vecino Ángel Vázquez, argentino de 34 años, casado, domiciliado en Independencia 1085 de esta ciudad, empleado de Fábrica SA Nestlé..."
Ese viernes 18 de julio, minutos antes de las cuatro de la madrugada, los obreros de Nestlé enfilaban como cada día para la fábrica, para cubrir el turno. Uno de esos obreros recuerda con claridad que "en el Boulevar, una camioneta roja con trompa blanca me cruza, dobla por Solís como yendo para la fábrica, y se pierde en el suburbio".
A pocas cuadras de allí, frente a la cancha del Club Frediksson, esa camioneta había atropellado a Ángel Vázquez.
El cuerpo del "Negro" queda tendido en plena vereda.
A su lado, hecha un amasijo de hierro y cuero, su bicicleta.
El mismo recuerdo se hace tristeza en los ojos de Sánchez: "yo iba a la fábrica, y veo una chata, y el Negro Vázquez como a diez metros, tirado en medio de la tierra. Le digo, ¿qué te paso, Negro? Y el Negro alcanza a decirme: Me quisieron matar. Al lugar llegó Molina, un compañero de la fábrica, que era de otro mundo, nada que ver con nosotros, nada que ver con nadie. Y Molina nos dice: yo lo conozco al de la chata, es un peronista asesino. Lo llevamos al Negro al hospital, y al poco tiempo murió".
Wenceslao Ponce se enteró a los pocos minutos, y dice que "siempre se supo que lo mataron por defender al obrero, para mí la patronal tuvo que ver".
"Yo estuve en el lugar, porque fuimos con el doctor Zamboni a sacar fotos. Se notaba que el Negro iba al lado del cordón derecho, fue más o menos a mitad de la cancha del Club Fredriksson, pasando el primer arco. Y que quien lo atropelló cordoneó para embestirlo", relata.

NOMBRES Y SEÑALES
"A la chata la encontramos en la provincia de Córdoba, yendo por Cruz Alta, por allí, abandonada en un campo, como a 150 km de acá", recuerda José Sánchez. Según registran las Actas Oficiales Nº 29 y 30 del Sindicato, se intentó investigar "el atentado contra la vida del compañero Vázquez".
Sin embargo, la investigación nunca prosperó.
"Nadie hizo nada", recuerdan sus compañeros, para quienes no hay demasiadas dudas sobre quién apretó el acelerador, sobre quién disparó la orden. "Era en pleno auge de la Triple A", sostienen.
Para Juan Carlos Zariaga, la muerte de Vázquez puede pensarse desde dos alternativas: "yo que sabía que le habían ofrecido plata para irse digo que una posibilidad es la fábrica, y la otra es el gremio. Pero los de arriba, los de Buenos Aires. Había un secretario que hacía 25 años que estaba, que no había manera de sacarlo, y en el Congreso de 1973 Vázquez se le había tirado en contra y le había movido el piso".
El testimonio de un trabajador que supo ser compañero de Vázquez y hoy está jubilado, pone nombre a la impunidad: "un día voy al hospital y lo encuentro al jefe de personal de la Nestlé. Me llamó, y le digo ¿qué pasa Dulcic? Y me dice, estoy muy mal, estoy muy enfermo, y no tengo doctor para mí, y no es porque no haya doctor, es porque soy yo. Yo, que soy el organizador de la muerte de Vázquez. Y ahora vengo a pedir ayuda para mí, y no hay. Y para los que yo maté sí hubo ayuda. A los dos o tres días me llaman y me dicen: andá al hospital que hay un problemón. Yo era amigo de los empleados del hospital, así que voy y me dicen: se mató el ex jefe de personal de Nestlé", recuerda el viejo militante sindical.
El entramado de complicidades que transforma el crimen de Vázquez en un ejemplo de cómo los sectores dominantes de la Argentina de la década del setenta estaban dispuestos a mantener sus privilegios va más allá todavía de los directivos de la firma Nestlé.
Poder político cómplice a nivel local y provincial; dirigentes sindicales corruptos; y mano de obra ligada a las fuerzas de seguridad conforman la génesis de una estructura represiva que, poco tiempo después, se conocería como Triple A.

TRAMAS
Para ese año 1974 del asesinato del "Negro" Vázquez, la producción lechera en el país rondaba los 5.100 millones de litros anuales, de la cual el 67% se destinaba a la industrialización, mientras que el consumo de leche por persona era cercano a los 67 litros por año.
En el sur provincial se procesaban 800.000 litros de leche diarios, mientras que la región recién comenzaba a garabatear la geografía de la patria sojera: para la campaña 1973/1974, la provincia de Santa Fe sólo registraba una cosecha de 225.000 toneladas de soja, sobre una cosecha total de 496.000 toneladas en todo el país.
No obstante, desde las páginas de los órganos de prensa de las empresas del sector, se reclamaba "una acción estatal que deberá brindar las condiciones indispensables para el desarrollo de una sana producción a corto y mediano plazo, y moderando las presiones tributarias". La revista Cotar sostenía en su número de noviembre de 1975: "esta es la única forma de salvar un sector castigado y sin embargo de un brillante porvenir en el país".
Ya un año antes, en la Asamblea Ordinaria Anual de la Cooperativa de Tamberos, se pedía limitar las crecientes demandas de los trabajadores: "se destaca que el balance arrojó pérdidas", derivadas en buena parte "de reajustes salariales y problemas laborales con huelgas", advertía el directorio.
Al mismo tiempo, el gobierno encabezado ya por María Estela Martínez de Perón advertía que reprimiría a los obreros que resistieran el llamado Pacto Social, sostenido por los sindicatos oficialistas y el Ministro Gelbard.

En ese marco, la lucha gremial por el salario justo tenía, en el sector lácteo, uno de sus puntos fuertes, encabezada por la Comisión Interna de Cotar, en Rosario.
El abogado Horacio Zamboni, representante de esa Comisión Interna, cuenta que "Cotar junto a los sindicatos de la alimentación de Nogoyá (Entre Ríos), Villa María (Córdoba), y Firmat se habían coaligado -es el único caso que conozco- en forma defensiva. Estos sindicatos se comprometían a no procesar la leche de las otras usinas si entraban en conflicto. Y entró Cotar en conflicto. Y 150 ó 200.000 litros de leche fueron a parar a la empresa Nestlé, en Firmat. Y el Sindicato de Firmat, haciendo honor a sus compromisos, no aceptó procesar la leche, y la leche terminó en las cunetas del camino".
Juan Carlos Zariaga recuerda también aquella pelea conjunta: "hay un conflicto en COTAR, en la fábrica Rosario. Y deriva la leche a Nestlé. Entonces los directivos del sindicato de COTAR vienen a pedir colaboración a nosotros para que no recibiéramos la leche. Nosotros hicimos una asamblea, y en la asamblea se decidió ayudarlos, pero nos enteramos que si no la traían acá la iban a llevar a Nogoyá o a Villa María. Entonces se para la fábrica ese día. Estábamos en el sindicato y Vázquez me manda a mí y otro muchacho de apellido Rossi a Villa Maria, y a otros dos muchachos a Nogoyá, a pedir colaboración. Y esto, que parece tan simple, no fue tan simple. Hubo muchas negociaciones, y aparte porque los directivos de la fábrica estaban indignadísimos de que Vázquez les torciera el brazo tantas veces, no era normal para ellos".
Zamboni remarca que "es en estas circunstancias que es asesinado Ángel Vázquez, por orden de la Triple A. Y es el diputado Hipólito Acuña, del gremio de la Alimentación de la ciudad de Santa Fe, quien dio la orden. Esto me lo dijo a mí el entonces Ministro de Gobierno de la provincia, Roberto Rosúa, él me dijo que había sido Hipólito Acuña quien lo había ordenado", asegura el abogado.
Y enfatiza que "esto es una verdad a voces, porque además como elemento intimidatorio ellos se encargaron de decir que lo habían matado. La muerte de Vázquez puede encuadrarse dentro del accionar de la Triple A. Hipólito Acuña era diputado nacional, secretario de la alimentación de la ciudad de Santa Fe y era fundador de la Triple A. Y él lo ordenó matar. Y además fueron al velorio a decir que habían ordenado matarlo. Fue gente de Rosario, entre otros quien era secretario general del sindicato de Rosario. Fueron a decir que lo habían hecho cagar, y que iban a hacer cagar a cualquier otro si fuera necesario. Ese era el sentido de la muerte, y les dio resultado, porque la gente se asustó. Y Vázquez no era un caso aislado en Firmat".

OTRA VIDA SINDICAL
Los testimonios coinciden que la cosa cambió desde ese 2 de agosto de la muerte del Negro.
Lo relata José Sánchez: "ahí empieza otra vida sindical. Como yo era el segundo de Vázquez, quedé en lugar de él, a pedido de la gente. Hasta que un par de días después me llaman de la fábrica, y me dicen, Sánchez, vayasé, renuncie. Nosotros le pagamos 5.000 pesos, y le damos una semana para que lo piense bien. Los muchachos del sindicato me dijeron que sí, que renuncie. Y renuncié. Igual seguimos varios años peleando con el sindicato desde afuera de Nestlé, acompañados con otros muchachos que quedaron dentro de la fábrica".
A principios de diciembre de aquel 1974, cuatro meses después de la muerte de Ángel Vázquez, el Sindicato celebra sus elecciones.
Fue entonces que al frente del sindicato quedó Claudio Guardamaña, "muy ligado a la patronal. Si te quejabas por algo era capaz de ir y pedir que te echen", remarcan los testimonios.
Juan Carlos Zariaga recuerda que Guardamaña "tuvo todo el apoyo de la fábrica. La fábrica compró voluntades y en la elección ganaron. Metió el miedo, metió el terror con lo que le pasó a Vázquez. A mí muchos compañeros me trataban de extremista, como si yo en ese momento supiera lo que era un extremista. Entonces fue un fábrica del miedo, y volvieron a triunfar. Se quedaron con el gremio, la fábrica se quedó con el gremio. Y después la fábrica digitó todo. Le daba el manual a los del gremio con lo que tenían que hacer. Y en algunas cosas le daban beneficios. Vos fíjate que al poco tiempo que matan a Vázquez dan un aumento, cuando antes de entrar ellos no daban aumentos. Mucha casualidad. La fábrica quería que la gente estuviera tranquila, poder manejar a gusto y piachere. Vos te movías y la fábrica sabía lo que hacías. Un día pedimos una asamblea por cosas que no estábamos de acuerdo, y ese día el secretario apareció con un contrato que se iba a firmar con el Hospital Italiano. Yo le dije 'yo sé que en dos horas Dulcic sabe todo. Si vos vas y se lo contás'. Incluso se comentaba que los propios del gremio apuntaban a quien había que echar...".

EL DESPERTAR DE LAS CONCIENCIAS
Tuvieron que pasar 30 años del asesinato de Ángel Vázquez para que el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación de Firmat rindiera un homenaje a su fundador y primer Secretario General.
Fue en el año 2004. Allí, Mariano Carreras pudo entrevistar a Ernesto Vázquez, hermano del dirigente muerto en los tempranos setenta. Ernesto relató entonces su último encuentro con el Negro, en el verano de 1974, en Mar del Plata.
"Él fue a un plenario de secretarios regionales de todo el país, creo que era en la UOM. Estuvimos charlando y en un momento dado me dice: mirá, hermano, estoy amenazado. Yo, como hermano, con la intención de salvarlo, le dije: Andáte, Ángel, ya has dado mucho por los obreros, les has despertado la conciencia, andáte, por lo menos hasta que pase el vendaval. Y él me dijo: No, yo tengo a mi gente, y me la voy a jugar por ellos", recuerda Ernesto.
El caso del asesinato de Ángel Vázquez fue presentado por sus familiares en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, con la intención de demostrar que su muerte no fue accidental, sino producto de la implementación del terrorismo de Estado.

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Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de archivo.

 

 

 
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