Por Jorge Cadús / 21 de junio de 2018
ELSA CHICHE MASSA
UN CIELO EN LA MIRADA
Cuando el miércoles 20 de junio comenzaba a apagarse, la noticia -breve- recorrió un mapa de afectos cotidianos y luchas históricas: Elsa Chiche Massa, Madre de Plaza 25 de Mayo de Rosario, decidió la partida. A poco más de un mes de la dolorosa despedida a Norma Birri de Vermeullen, el movimiento de derechos humanos pierde otra referente indispensable. Este jueves, como cada jueves, la Plaza 25 de Mayo de Rosario volverá a inundarse de un cielo claro y firme. Sucederá, sin dudas, cuando la tarde comience a tejer su propia despedida. Entonces, los pasos se harán marcha, una vez más, alrededor de la pirámide, y la memoria se codeará con esa hermanita muchas veces perdida y tantas veces reencontrada, la esperanza. Allí, en la Plaza, Elsa Chiche Massa anudará –ahora y siempre- su pañuelo blanco bajo el mentón, y su dulcísima mirada azulceleste acariciará, nos seguirá acariciando, protectora y maternal. Pero a no equivocarse: esa mirada también ha sabido denunciar con dureza, acusar sin reparos y resistir sin miedos a los jinetes del espanto. Auqnue nos hayamos quedado definitivamente solos, su pañuelo y su mirada serán bandera.
"Nosotras, cuando hablamos, siempre tratamos de transmitir cómo eran los ideales de nuestros hijos", repite Chiche.
Su hijo, Ricardo Alberto Massa, fue secuestrado y desaparecido el 26 de agosto de 1977.
Tenía entonces 30 años.
Había hecho la primaria en la Escuela Mariano Moreno, de Paraguay al 1200, la secundaria en el Superior de Comercio, y egresado con el título de médico de la Universidad Nacional de Rosario.
Chiche apunta que "lo que más recuerdo de su militancia -él pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista- era que le preocupaba mucho la educación de las nuevas generaciones".
Desde aquel agosto, Elsa no volvió a tener noticias de Ricardo.
Casi de inmediato comenzó a participar de las reuniones, entonces motorizadas por Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas.
En el local de cortada Ricardone se reunían -junto a los referentes de aquella organización- nombres hoy casi olvidados de la resistencia a la dictadura militar y resguardados en la memoria de las Madres: Ángel, María Dolores y Carmen Albá; María de Prat; Nelly Huarque; Catalina Fleming de Araya; Ana Ponce de León; Julio Parente; junto a muchos jóvenes que siguen hoy acompañando a las Madres en su marcha: Ana Moro, Alicia Lesgart, Graciela Diez, Lilian Echegoy. Y las presencias, ya míticas, de Fidel Toniolli y de la abogada Delia Rodríguez Araya.
"Así nace en Rosario nuestro movimiento. Después, algunas de nuestras integrantes -Nelma Jalil, Esperanza Labrador, Elvira Finsterwald, Irma Molina- empezaron a viajar a Buenos Aires, a marchar con las Madres en Plaza de Mayo. Ellas proponen que lo podíamos hacer acá también, y así surge el movimiento Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario, en los 80", recuerda.
Y puntualiza que "en un primer momento, aunque yo iba a las marchas, mi esposo se enferma, y necesito estar a su lado. Pero igual venía a las reuniones principales. Cuando mi esposo fallece ya me integro decididamente a la organización de Madres, donde nunca fuimos muchas. Si se tiene en cuenta que en Rosario y su zona hay más de 520 desparecidos o asesinados, nosotras nunca llegamos a ser más de 14 ó 15 Madres".
Firme, alegre y memoriosa, la voz de Elsa Massa se sumerge -como tantas veces- en la historia reciente, en sus dolores, sus furias, sus conquistas.
Pero nada empaña su mirada clara, purísima.
Junto con Norma Vermeüllen recorren hoy incansablemente escuelas, bibliotecas, salas culturales de Rosario y la región.
Juncal, Victoria, Alcorta, Totoras... Ninguna localidad es demasiado lejos. Ningún viaje se hace demasiado largo.
En esos encuentros, pibes y adolescentes se emocionan, preguntan, opinan.
Abrazan a estas mujeres incansables que cargan en sus cuerpos la crónica de un tiempo, de un país.
"Creo que hay que hablar con los chicos -dice Chiche- pero siempre haciéndolo de una forma que no se haga hincapié en lo macabro. Que esté a su alcance".
Pero sobre todo, transmitirles que se puede enfrentar el odio y la injusticia, dice.
"Esa es la lucha: que nunca más un joven pierda la vida por soñar con la utopía de vivir en un mundo mejor".
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