Por Laura Capella / 26 de Septiembre de 2013
PRIMAVERA EN NUESTRA PLAZA
MADRES, HERMANAS
Especialmente
solicitadas por este medio, las notas que forman
parte de "Primavera en nuestra Plaza" intentan
abrazar a nuestras Madres, en el año en que se
cumplen 30 años de la restauración democrática
en Argentina. Protagonistas esenciales de la
resistencia y denuncia contra la dictadura
militar; indispensables mujeres que a todo y
todos enfrentaron en soledad y sin desmayos;
homenajearlas es necesidad y urgencia en tiempos
de espejismos y discursos que retornan al pasado
para multiplicar dolores. Las Madres de Plaza 25
de Mayo, olvidadas por funcionarios amnésicos y
silenciadas por medios mercenarios; siguen
siendo la mejor palabra que esta región a
orillas del Paraná pudo pronunciar. Para ellas,
el abrazo largo de las palabras.
Como nos cuenta Mario Pujó (1) el término
fraternidad, de la famosa trilogía que conocemos
como proveniente de la Revolución francesa, en
realidad ha sido producto de distintos avatares
históricos. La revolución sostuvo en un
principio las consignas burguesas de libertad e
igualdad y será luego de los sucesos de 1848 en
Europa, es decir, un siglo después, con los
primeros atisbos de lucha de la clase obrera
organizada que se incorporará la consigna de la
fraternidad a las otras dos, como emblema
republicano.
¿Por qué comienzo un texto sobre las Madres de
la Plaza 25 de Mayo, de Rosario, con una alusión
a la fraternidad? Es lo que me apareció apenas
el querido Jorge Cadús me propusiera este texto.
Mi preocupación específica por la temática de
los Derechos Humanos y mi vinculación con las
queridas "Madres" de Rosario comienza a fines de
los ’80 cuando amenazaban los indultos. No sólo
esos indultos temidos se produjeron, sino que
durante décadas, junto a la denuncia permanente
de los organismos de DDHH contra esta
perversión, comenzamos a vivenciar los efectos
devastadores de un plan económico neo liberal,
de ajuste y exclusión, que había comenzado en la
última dictadura y que se entronizó en los ’90 y
más.
La historia de las Madres de la Plaza 25 de Mayo
no sólo tiene que ver con la lucha por sus hijos
desaparecidos, sino también con los avatares
institucionales que, vinculados a las políticas
nacionales, fueron atravesando. Hoy nos
encontramos transitando una especie de primavera
democrática con los juicios a los genocidas, con
muchas leyes progresistas, pero hay mucho aún
por hacer y la insistencia es una de nuestras
mejores armas.
Sabemos que la figura de las "Madres" a nivel
nacional e internacional, se ha constituido en
el paradigma de la reserva moral de la Nación,
pero dolorosamente hemos asistido también a
terribles sospechas sobre alguna de ellas. Sobre
alguna y eso duele, pero no obstante y con mucho
respeto algo he dicho en algún momento porque me
urgía la necesidad de ser coherente con esa
ética. Por eso, y más que nunca hoy, quiero
decir que estas, las Madres de la Plaza 25 de
Mayo de Rosario, son mis madres-hermanas.
Pertenezco a lo que se llama "generación
desaparecida"; y, en esas inquietantes vueltas
de los tiempos, los que hemos sobrevivido
tenemos la edad, o incluso somos mayores de lo
que eran las Madres cuando desaparecieron sus
hijos, nuestros compañeros, hermanos.
Los que tenemos el privilegio de vivir muchos
años y hemos atravesado tantas vicisitudes
sabemos lo difícil que es cambiar las
costumbres. Tantos años de dolor y de
injusticias y las políticas económicas de las
que hemos hablado han lesionado el lazo social
provocando algo del orden de la "naturalización
del mal trato", de la insolidaridad. Lógica que
fue llamada vileza por Rousseau cuando dijo:
"Aristóteles tenía razón, aunque tomaba el
efecto por la causa. Todo hombre nacido esclavo
nace para la esclavitud; nada más cierto. Los
esclavos pierden todo en su cárcel, inclusive el
deseo de su libertad: aman la servidumbre como
los compañeros de Ulises amaban su
embrutecimiento. Si existen, pues, esclavos por
naturaleza es porque ha habido esclavos contra
naturaleza. La fuerza hizo los primeros; su
vileza les perpetuó (2)".
Claro, del otro lado siempre está la resistencia
a eso, la solidaridad, la valiosa fraternidad.
Esa fraternidad que se diferencia de la masa,
esa fraternidad que nos descubre hermanos en la
diferencia, que nos descubre con tantas
dificultades para elevarnos de la corrupción, de
la vil naturalización de la maldad. Pero que, no
obstante, por esa fraternidad, y sabiendo que no
será fácil, insistimos.
Elenita, su débil fortaleza, sus poemas y tantas
charlas compartidas; Darwinia y su combativo
dolor; Herminia, Norma, Martha, “Chiche” y la
dulzura de su mirada y ciertas pinceladas de
vida en común que ella, generosamente, no
olvida; Nelma; Elida que conoció a mis tías en
Arroyito, cuando jóvenes y también sentíamos que
compartíamos algo más, también retazos de
historias, y tantas otras cuyos nombres hoy no
recuerdo.
Dice André Malraux (3) cuando evoca uno de los
momentos de locura asesina de la humanidad: el
primer ataque alemán con gases en Bolgako, junto
al Vístula en la primer guerra mundial: "…busco
la región crucial del alma, allí donde el Mal
absoluto se opone a la fraternidad".
Esas palabras me han impresionado siempre, las
toma también Semprún cuando relata su recuerdo
del campo de exterminio de Buchenwald; es lo que
erizó a Primo Levi cuando sostuvo, y ya ocurrían
en America Latina las dictaduras de los ’70-80:
Si ha sucedido puede volver a suceder…
Y cada uno de ellos, los que testimoniaron,
nuestras amadas Madres de la Plaza 25 de Mayo de
Rosario, nuestros amigos que se afianzan en la
confianza, el respeto y la solidaridad,
construyen, construimos esa fraternidad sin la
cual la vida se tornaría demasiado, tanto más
dura de lo que es.
Por eso digo que hoy me siento hermanada con
nuestras Madres, y una vez más, en la orilla del
papel, en la vida cuando me las encuentro, en el
compromiso que he asumido, a esas
hermanas-madres: las abrazo.
**//**
Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de
Alapalabra.
Notas:
1) Mario Pujó. Fraternité!, en Psicoanálisis y
Hospital Nº 32, Avatares de la fraternidad
2) J.J. Rousseau. El Contrato Social.
3) André Malraux. Lázaro.
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