La inclaudicable búsqueda
que llevarían adelante las Madres de
la Plaza 25 de Mayo, comenzaría a principios
del año 1977 mediante la creación
de Familiares de Desaparecidos. El edificio
ubicado en la Cortada Ricadone Nº 58,
era el lugar indicado de reunión de
allegados y familiares de personas que se
encontraban detenidas o desaparecidas.
La vieja casona había
sido cedida por la Liga de los Derechos del
Hombre y allí comenzaron a organizarse,
a recibir denuncias de desaparecidos y a redactar
solicitadas para publicar en los diarios,
aunque durante la primera mitad de 1977 la
existencia de Familiares fue ignorada por
los medios locales.
"En la Cortada eran
cinco personas las que se rotaban para abrir
el local. Había que subir una escalera
porque el lugar que nos habían prestado
estaba en la planta alta de una casa muy antigua.
La verdad era un lugar muy peligroso, cualquiera
podía subir. Estábamos por lo
menos dos horas solas, hasta que iban llegando
los demás", recuerda Norma Vermeullen
una de las madres del pañuelo blanco.
Esos serían los
inicios de la ronda, una ronda que casi 29
años después sigue girando.
Una ronda que, debido a que el hombre aún
no ha podido alcanzar la eternidad, hoy cuenta
con ausencias significativas. Pero a pesar
de las ausencias, su espíritu se fortalece
e incansablemente repite dos palabras que
ya han dado la vuelta al mundo: "Nunca
más".
Al principio fue una idea
que soñaba con echarse a volar un día
de 1995, en la Plaza 25 de Mayo, en la marcha
de cada jueves de las Madres y Abuelas de
la plaza rosarina, era necesario construir
un espacio para contar las historias de cada
una de estas mujeres que aprendieron que desde
el dolor se puede engendrar un mañana
para todos.
El sueño comenzó
a caminar en forma de testimonios, de reportajes
que algún día debían
unirse en un sólo relato, para juntar
los pedacitos esparcidos de nuestra historia
colectiva y hablar nada más ni nada
menos que del presente.
Desde aquellos primeros
pasos fue gestándose la idea que dio
forma a nuestra revista que asoma ya a su
segundo año, renovada y con frecuencia
mensual.
Alapalabra está
construida de historias, de poesía
y de luchas, de proyectos que no dejan de
nacer en cada barrio, en cada escuela, en
cada asamblea o biblioteca popular. Es sobre
todo un espacio periodístico que contiene
muchas voces, ellas nos cuentan del pasado,
nos muestran el presente, construyen el futuro.