Las esquinas suelen guardar
muchas historias. Fechas, nombres y olores
se mezclan con las hojas caídas, y
las voces todavía retumban, aunque
las paredes a veces nieguen las cosas que
han oído. Corría el mes de agosto
de 1977 cuando Lila Forestello partía
hacia España, dos veces habían
allanado su casa en busca de su hija, Marta
María, las llamadas Fuerzas Conjuntas,
a punta de pistolas, rostros ocultos y prepotencia.
El exilio duró solo tres meses, hasta
que el 2 de noviembre fallecía su marido,
Lila emprendía el regreso cargando
las cenizas y la incertidumbre de no saber
cómo estaba su hija, y su nieta Victoria,
en la clandestinidad.
Marta María estudiaba Ciencias Económicas
y se había recibido en el Colegio de
las Adoratrices, donde conocer la Doctrina
Social de la Iglesia la movilizó a
trabajar en las villas, porque el sol debía
salir para todos.
Un año después, en 1978, ella
es detenida, con su hija Victoria de
apenas un año y medio.
Así empieza la búsqueda, Lila
recorrió comisarías y comandos,
calles y pasillos, preguntó a los vecinos
de Lavalle, entre 3 de febrero y 9 de julio,
que vieron cómo se las habían
llevado, presentó recursos de Hábeas
Córpus, en juzgados Federales y Provinciales,
preguntó en la misma policía.
Hasta que un día se le ocurrió
presentarse en un Juzgado de Menores. Un secretario
llamado Artigas, el mismo que hoy es Juez,
le dijo que había encontrado a su nieta,
que estaba en la policía de mujeres,
así fue como Lila encontró a
Victoria, quince días después,
con signos de maltrato y abandono, en manos
de la policía.
La búsqueda siguió, Lila conoció
a las Madres en las primeras reuniones, en
el local de Familiares. Un día le dijo
a Darwinia Galichio que también ella
encontraría a su nieta, y así
fue.
Lila nos cuenta hoy estas historias, y nos
regala la poesía que Victoria, su nieta,
escribió a los 14 años. Cada
jueves Lila concurre a la Plaza, a la ceremonia
del reencuentro de las Madres con sus hijos,
a la marcha que ningún pacto de silencio
consiguió detener.
Su
vida en vos
(para mi abuela)
Ellos la llevaron.
Apagaron su vida
con torturas, con dolor
Pero ella, al igual que todos los otros,
sobrevivió.
Ellos la
llevaron.
Ellos la mataron.
Pero ella está viva.
Ella no murió,
no morirá para vos,
su imagen, su ser
permanecerá siempre en vos
porque ella, a pesar de no estar,
no murió,
No lo lograron,
no lo lograrán nunca,
nunca jamás la callarán.
Ellos tendrán su cuerpo
pero vos no la olvidaste
y ella, sigue con vida en vos.
Victoria 23-11-91
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