Incendios, ternuras y
vuelos
Lo más loco de todo,
lo más raro, fue darnos cuenta que
no hay territorio más poblado que el
territorio de las ausencias.
Percibir que una muchedumbre
de voces habita en las profundidades del silencio.
Los nombres aparecen, una
y otra vez, allí donde no muchos se
atreven a nombrar. Y es en la poesía
de las Madres donde se confunden aquellos
rostros jóvenes, con el dolor y la
persistencia de los sueños.
Ellos siguen vivos en las
calles de una ciudad que prefiere siempre
mirar a otra parte, de pasión chiquita,
cuidando el empate.
Marta Hernández
nos cuenta de su travesía, de sus pesadillas
y amaneceres en una historia... que es nuestra
historia inconclusa.
Sus palabras están
escritas desde el dolor, desde la rebeldía.
Marta obtuvo numerosos
reconocimientos a su poesía, entre
ellos se destaca el Premio Municipal de Poesía
de Rosario.
Su pluma de escribir levanta
vuelo y planeando nos lleva a otros tiempos
que fueron, que siguen siendo nuestros.
Soneto
De mis sueños
dulcísimo habitante,
obstinado inquilino de mi sombra.
Tu voz me llama pero no me nombra
y tu sonrisa se tornó distante.
Merodeas los días
y la suerte
de mi dolor, en tierna marejada.
Con aire de partida y de llegada
me llevas en la vida por la muerte.
Pájaro silenciado
en alto vuelo,
insumisa gaviota desvelada,
tu residencia terrenal truncada
le dejéa mi
porfiado desconsuelo,
una lumbre de amor en llamarada
que incendia la ternura de mi vuelo.
Marta Hernández
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