Noemí de Devicenzo

De justicias y cielos blancos

En su casa de barrio Rucci, entre diarios e imágenes, libros y recortes, Noemí de Devicenzo nos cuenta su vida, entre mate y mate.

Primero nos habla de su abuelo, Agustín Hámilton Johnston, que había venido desde Escocia y fue, allá por 1888, el fundador de la estancia que después se convertiría en un pueblo, Carlos Pellegrini. Acompañada de Estela, su amiga del alma, va desgranando historias que no son fáciles de contar, pero el mate no sólo es una buena compañía, de a poquito el relato va corriendo y nos atrapa con la tibieza de la yerba.

Un 27 de septiembre de 1976, es cuando desaparece su hijo, Roberto Devicenzo, y su nuera, Miriam Moro. Ellos se habían conocido en la escuela secundaria, donde juntos militaron, se enamoraron y soñaron con un país y un mundo muy diferente.

Noemí nos cuenta de aquellos primeros años, cuando no iba a la Plaza pero se hacía fuerte con los afectos, y desandaba el dolor encontrando refugio en los nacimientos, en los nietos que llegaban para dar otro color al mundo.

Sobre la mesa se mezclan las épocas y los recuerdos y Noemí nos habla del presente... "Al final estamos pagando una deuda que inventaron los que mataron a nuestros hijos...".

Noemí nos habla de Dios y nos dice que todavía cree en la justicia. También nos dice que espera encontrarse con sus hijos cuando le toque partir a ese misterioso viaje final.

Mientras tanto nosotros la encontramos en la plaza, cada jueves, donde pinta con el pincel de las Madres un cielo blanco.

No veo el cielo madre
sólo un pañuelo blanco.
No sé si aquella noche yo te estaba pensando
o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos
pero entré en otra historia con el cielo cambiado.
No quiero que me llores, mírame en tu costado,
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado,
mi voz está en las voces de los 'iluminados'
que caminan contigo por la ronda de mayo.
No quiero que me llores
ahora que te hablo,
mi corazón te crece cuando extiendes las manos
y acaricias las cosas que siempre hemos amado:
la libertad y el alma en todos los hermanos.
No sé si aquella noche yo amaneí llorando
o si alguna paloma se me murió de espanto
sólo sé que la vida que me esperaba tanto
es el cielo que crece por tu pañuelo blanco.

Hamlet Lima Quintana.

uestras Madres

. Elsa Masa

. Marta Hernández

. María Irma Molina

. Elena Belmont

. Norma Vermeullen

. Noemí de Devicenzo

. Élida López

. Darwinia Gallichio

. Nelma Jalil

. Esperanza Labrador

. Matilde de Toniolli

. Lila Forestello

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