Memoria, dignidad y naranjos en flor
por Ana María Moro

30 DE ABRIL: 27 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MADRES DE PLAZA DE MAYO.

Murcia es una ciudad que queda al sudeste de España, donde la península da la vuelta para encontrarse con Andalucía. La primavera ya se huele en el aire; los naranjos han empezado a florecer y el ambiente está lleno de su aroma. Es hermoso pasear a orillas del río Segura a diferentes horas del día, y ver como a medida que el sol también pasea, las sombras cambian y se mueven como pájaros.

 

 

Mañana del 11 de marzo. Como siempre mi jornada comienza con el mate y la radio. Pero no va a ser un día cualquiera, la voz de los periodistas trae la noticia de varios atentados en Madrid: muerte, destrucción, cuerpos heridos, vidas segadas, sangre, confusión, rescate, solidaridad. En un primer momento no se sabe quién ha sido. Al correr del día ya no hay dudas, salvo para el gobierno liberal de Aznar, de que ha sido el grupo terrorista Al Qaeda.
Me siento desolada, a 13.000 km de mi patria, sin mi gente, con quien compartir este dolor tan profundo.
Salgo de casa para llamar a mis amigos de Madrid; ellos están bien. Me voy a caminar por el río y comienzo a llorar.

Recuerdo a los nuestros, a los 30.000, a sus sueños rotos, a sus cuerpos fusilados. Es que el terrorismo mutila y desangra no sólo a las víctimas, sino también a sus familiares.

La gente reacciona saliendo espontáneamente a las calles. El 12, manifestaciones multitudinarias en repudio al atentado en toda España. El sábado 13 la gente se agolpa frente a los locales del partido gobernante preguntando "¿Quién ha sido?" y reclaman "digan la verdad". Las estaciones donde explotaron las bombas comienzan a llenarse de fotos de los muertos, de claveles rojos y velas encendidas.
El domingo hay elecciones y contra todo pronóstico gana el Partido Socialista Obrero. Hacía justo un año que el estado español había participado de la agresión a Iraq, siguiendo a su amo Bush, desoyendo a los millones de españoles que se movilizaron en contra de la guerra.

El 20, un grupo de organizaciones agrupadas en el Foro Social de Murcia convoca a una marcha al cumplirse un año del comienzo de este genocidio, con la consigna "Iraq: un año después la barbarie continúa". Se realizan movilizaciones en toda Europa, en las que también se suma el repudio al atentado de Madrid. Ya los infames han perdido las elecciones y argumentan que retirar las tropas españolas de Iraq, como ha prometido el nuevo gobierno, es hacerle el juego a los terroristas. El mismo argumento que el presidente norteamericano.
En Murcia ya no hay tantos miles de personas como en la manifestación del día 12, convocada por el propio gobierno. Flamean las banderas republicanas, las rojas, las pacifistas. Se escucha el "No a la Guerra", los cantos, y los cacerolazos tomados de la Argentina, conformando un magnífico cuadro. Yo camino junto a ellos: murcianos, subsaharianos, magrebíes, ecuatorianos, y otros grupos étnicos, con una mezcla de tristeza y entusiasmo. Tristeza por los muertos, entusiasmo por ver como un grupo de personas todavía se juegan por la dignidad.

En medio de todo esto, se acerca el 24 de marzo, un nuevo aniversario del golpe. Me llaman de Madrid para avisarme que la Comisión de Exiliados, la Asociación Argentina Pro Derechos Humanos, y el Movimiento de Argentinos en el Exterior organizan un homenaje a las víctimas del terrorismo de estado en Argentina.
Viajé para allá, y las Madres y Familiares de Rosario estuvieron representadas en ese acto, con la presencia de Esperanza Labrador y su hija Manuela con su esposo.
Hubo música, poemas, y Nacho Górriz, también de nuestra ciudad, cantó la canción de León Gieco "La Memoria", aquella que dice: "Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron, todas las promesas que se van, y los que en cualquier guerra cayeron. Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia".

Juan Diego, hijo de un desaparecido, leyó el manifiesto elaborado por las tres organizaciones. Para terminar, Manuela Labrador le pidió al presidente Kirchner que haga Justicia Ya, que no podemos seguir esperando más tiempo. Y se preguntó:"¿No es suficiente 28 años?¿No es espantoso cruzarnos en las calles de cualquier ciudad de la Argentina con los mismos que torturaron, y asesinaron a nuestros familiares?¿No es demasiado verlos morir sin haber recibido su castigo, como al general Galtieri? Sólo pedimos Justicia, por la memoria de los que más queríamos, por ellos que soñaban con un mundo mejor".
En el homenaje se enlazaron nuestros desaparecidos, las víctimas del atentado, sus familiares, los exiliados políticos y los inmigrantes pobres que habitan este suelo.

Al finalizar, Esperanza, Madre de Plaza 25 de Mayo, símbolo de resistencia y de coraje, recibió un ramo de flores blancas de manos de una pequeña niña. Abrazos, lágrimas, alegría por los reencuentros y Memoria.

 

 

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