A su debido tiempo
por Pablo Álvarez y Jorge Cadús

EL ASESINATO DE OSVALDO CAMBIASO Y LA CONSTRUCCIÓN DE IMPUNIDAD. (PRIMERA NOTA)

Después de 21 años, la causa judicial que investiga la muerte de los militantes peronistas Cambiaso y Pereyra Rossi corre el riesgo de cerrarse, consagrando una vez más la impunidad para asesinos materiales y responsables intelectuales del doble asesinato. Sin embargo, no todos los caminos están cerrados. La justicia puede colarse, todavía, por algunos resquicios. Esos que el mismo Pereyra Rossi profetizó, cuando escribió: "sé que serán devueltos los servicios prestados / a su debido tiempo".

 

 

La causa judicial que investiga el asesinato de los dirigentes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi corre el riesgo de cerrarse. Al menos, esa es la sensación de Gladys Cambiaso: "intuimos que la causa ha llegado a su fin. El motivo principal es que no hay testigos, porque durante todo este tiempo se presentó solamente uno". Al mismo tiempo, el abogado que lleva adelante la causa, Norberto Olivares, sostuvo que "la única garantía para lograr justicia en toda la dimensión es que se mantenga el reclamo, que haya movilización popular".

Hechos
La historia puede comenzar a contarse desde el relato de media docena de testigos. En la mañana del sábado 14 de mayo de 1983, Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi fueron secuestrados por un "operativo de fuerzas conjuntas" en el bar rosarino Magnum, de Córdoba y Ovidio Lagos. Hasta allí llegó un Furgón Mercedes Benz azul, sin patente, del que bajaron cinco hombres armados vestidos de civil. Mientras dos Ford Falcon esperaban en la puerta, la patota ingresó al bar. Después de golpear con culatazos a Cambiaso y Pereyra Rossi los arrastraron por la calle para meterlos en el Furgón. La patota festejó a los abrazos, en plena calle, antes de partir.

Los cuerpos de los dirigentes peronistas secuestrados fueron hallados baleados en un camino de tierra cercano a la localidad de Lima, en la provincia de Buenos Aires. El parte difundido el 17 de mayo por el Ministerio del Interior de la Nación y la Jefatura de Policía de Buenos Aires afirmaba que habían sido "abatidos en un enfrentamiento" después de un "intenso tiroteo" con efectivos del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional Tigre, al mando del oficial inspector Luis Abelardo Patti, secundado por el sargento Rodolfo Diéguez y el cabo Juan Amadeo Spataro. El entonces Jefe de la Policía Bonaerense, general Fernando Verplaetsen, felicitó a los policías involucrados: "yo creo que actuaron muy bien", afirmó. El último presidente de la dictadura, general Reynaldo Benito Bignone, calificó a los tres asesinos como "tres jóvenes valientes".

Sin embargo, una autopsia realizada el 21 de mayo de ese mismo año comprobó que Cambiaso había muerto "tras recibir un balazo en la nuca, disparado a menos de un metro de distancia", y que tenía "signos de golpes en sus hombros, codos y rodillas". Otro examen médico demostró que Pereyra Rossi "fue torturado con picana", antes de ser fusilado por un disparo a "menos de dos metros de distancia". La autopsia reveló también que los fusilamientos se produjeron el mismo 14 de mayo.

Impunidades
En diálogo con Alapalabra, Norberto Olivares relató que "la causa tuvo en sus inicios, en 1983, al juez de Rosario Jorge Eldo Juárez, que investigó el presunto delito de secuestro. Como los cuerpos aparecen fusilados en un campo en jurisdicción de la provincia de Buenos Aires se da una cuestión de competencia. Y Juárez dice que tiene que seguir investigando el juez de San Nicolás, contra la. postura de los familiares, que sostienen que el secuestro y la muerte son parte de un mismo hecho y por tanto la investigación tenía que ser única, y producirse en Rosario". En un primer momento, la causa quedó en manos del juez federal de San Nicolás Luis Hilario Milessi, quien la caratuló como "atentado y resistencia a la autoridad, abuso de armas, doble homicidio en riña y tenencia de arma". Milessi era "un ex miembro de las Fuerzas Armadas y padre de un médico policial de la zona de San Nicolás", como lo denunció en esos días el abogado Augusto Conte.

Fue el juez penal de San Nicolás, Juan Carlos Marchetti quien dispuso la prisión preventiva de los tres policías por "homicidio calificado reiterado", basado en la tercera autopsia de los cuerpos. Marchetti también ordenó las detenciones del médico policial José Gobbi (autor de la primera autopsia) y del comisario Carlos Pascual Guaragna, acusados de "falso testimonio y falsificación de documento público". Para ese entonces, el juez Eldo Juárez había remitido ya todas las actuaciones a Marchetti, pidiendo la unificación de las causas. Patti, Diéguez y Spataro quedaron detenidos en la unidad carcelaria Nº 3 del Servicio Penitenciario Provincial, en San Nicolás. Pero por un tiempo breve: el 4 de noviembre de 1983, la Cámara Segunda de Apelaciones de esa ciudad confirmó el sobreseimiento, consignando en su fallo que "los testigos fueron modificando sus dichos originales". Los policías quedaron en libertad.

Olivares relata que "la investigación siguió el hilo de la versión oficial del enfrentamiento. Primero se dictó la falta de mérito, y después sobreseimiento definitivo para Patti y los otros dos policías. Allí, la instancia judicial, por lo menos en el país, queda culminada". Sin embargo, para Ethel y Gladys Cambiaso, "la gente ya conoce la verdad. El hecho material lo hizo Luis Patti con otros dos policías, que en un primer momento, estuvieron detenidos. Pero después presionaron al II Cuerpo de Ejército, diciendo que si no los soltaban, ellos contaban todo. Y desde ahí no hubo manera de volver a meterlos presos".

Incorregibles
La investigación del doble asesinato de Cambiaso y Pereyra Rossi puede establecer jurídicamente la serie de órdenes impartidas por la dictadura en sus últimos años para continuar con el plan de exterminio. Dice Norberto Olivares que no hay que olvidar que "había una calificación penitenciaria de Cambiaso como incorregible. ¿Qué es lo que el sistema consideraba incorregible? Que Cambiaso iba a seguir fiel a sus convicciones, fiel a sus principios. Que iba a volver a intentar, en otro momento histórico, plantear un proyecto político de país distinto". Ethel Cambiaso recuerda que "una vez le señalé a mi hermano que ponía permanentemente en riesgo su vida". Entonces, Osvaldo le contestó: " para mí es peor vivir en este estado de injusticia que afrontar mi propia muerte".

 

 

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