ESPERANZA
LABRADOR Y LA UTOPÍA EN LLAMAS. SEGUNDA
NOTA.
-Yo
muchas veces pienso cómo estaremos
vivas las madres. ¿Cómo estaremos
vivas con todo lo que hemos hecho? ¡Cómo
hemos jugado con la muerte!-Esperanza Labrador.
-Ellos nunca pensaron que el movimiento de
Madres iba a ser para toda la vida -le responde
su hija Manolí.
Un
fallo histórico
19
de abril de 2005: El militar argentino
Adolfo Scilingo, condenado a 640 años
de prisión por torturar y asesinar
a 30 personas. Scilingo fue condenado
por crímenes de lesa humanidad, pero
no por genocidio. Así titularon
algunos periódicos europeos la condena
al militar argentino juzgado en España
por el Juez Baltasar Garzón. La BBC
de Londres relata en su página web:
El juicio, que se abrió el
14 de enero y finalizó el 10 de marzo,
es el primero celebrado en España por
crímenes de lesa humanidad, por lo
que la sentencia de este martes podría
crear jurisprudencia a nivel internacional
al proceder de un tribunal nacional, y no
de un tribunal internacional creado ad hoc,
como el caso del de la ex Yugoslavia.
Y el diario español El Mundo completa:
El fallo (...) abre la posibilidad
de que por primera vez un militar que está
acusado por delitos cometidos durante el terrorismo
de Estado sea condenado por genocidio.
Uno de los casos presentados
ante la Audiencia Nacional de Madrid fue el
de la familia Labrador. Tanto Esperanza como
su hija Manolí fueron testigos en las
diversas causas que allí se llevan
a cabo. Cuando se presentaron las
causas algunos decían que no íbamos
a llegar a nada. Pero la paciencia y la constancia
de las víctimas que vamos pidiendo
nuestros derechos a la larga tiene efecto.
Creo que lo más importante de este
juicio no es solo la condena a Scilingo, sino
que de ahora en adelante hay que pedir la
justicia universal, que todos los asesinos
de lesa humanidad sean juzgados en cualquier
país donde sean agarrados,
expresa Manolí, indignada porque los
asesinos de su familia aun caminan libres
por las calles de Rosario.
Una luz de esperanza
Madre, tu hijo no ha
desaparecido. / Madre, que yo lo encontré
andando contigo / (...) Lo veo en mis luchas
y me acompaña / entre las llamas de
cada nueva batalla. (Ismael Serrano, a
las Madres de Plaza de Mayo).
Manolí, al igual
que su madre, ha sido testigo de una historia
que parece no cerrar nunca, pero a pesar de
todo manifiesta el anhelo de que la justicia
argentina algún día llegue a
juzgar a los represores: Que más
quisiera yo que en Argentina los hubieran
juzgado, pero no seamos necios, sabemos que
eso va a costar mucho trabajo. Tengo esperanzas,
porque las víctimas nunca perdemos
las esperanzas, un poquito de luz que haya,
ahí estamos, pero somos conscientes
también de la situación. Los
pueblos tienen que ser conscientes y dejar
que otras naciones juzguen a nuestros criminales.
Y juzgar a los que quedan acá, que
sirva como ejemplo para las generaciones venideras.
Para
las generaciones venideras... Manolí
demuestra que esta historia no es simple pasado.
Que los asesinatos, torturas y desapariciones
de los '70 fundamentaron la desocupación
y las privatizaciones de los '90: Ver
chicos de 10 años que se drogan o que
asaltan es terrible. Es justo lo que el plan
ha premeditado. El pueblo trabaja a corto
plazo, ellos trabajan a largo plazo, a décadas
de distancia, y ellos sabían lo que
iban a hacer con esta generación, sabían
lo que iba a ocurrir. A causa de tantas muertes
y del terror que sembraron, a casi 30 años,
Argentina está sufriendo la juventud
que ellos han creado, una juventud sin futuro.
Por eso es que hay que seguir, ya no sólo
por los que no están, sino, sobre todo,
por los que están.
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