Editorial
por Madres de Plaza 25
de Mayo
"Una
de cal y otra de arena" profetiza el
dicho popular. Y aunque no sepamos bien cuál
es cuál, evidentemente, la frase debe
de vincularse con una buena y otra mala.
Hace poco más de
un mes, hemos sufrido el triunfo electoral
del más perfecto asesino de los últimos
tiempos. El triunfo electoral del genocida
mundial. La victoria en las urnas estadounidenses
del gendarme: George Bush.
Y nosotros nos quejábamos, diciendo
que "nuestro pueblo no sabe votar...".
Ahora, en el "paraíso de la democracia",
ha sido reelecto el verdugo.
Y la pregunta golpea en
las sienes, y en el costado: ¿No será
que un pueblo imperial necesita de un poder
imperialista?.
Casi al mismo tiempo, una
buena: la elección del pueblo uruguayo,
el triunfo del Frente Amplio, y la alegría
que colma las calles de Montevideo, que gana
las barriadas, que se hace eco, canción
y ejemplo.
Porque de esto sí debemos aprender.
Más de treinta años de construcción
política. Más de treinta años
de construcción frentista. De acumulación.
Con avances y retrocesos, está claro.
Y al final -o al comienzo de esta historia-
el pueblo oriental dedicando el triunfo al
gran ausente, el General Liber Seregni.
Después, "la
arena y la cal", otra mala: la desaparición
física del Premio Nobel de la Paz,
el héroe de la lucha por la soberanía
del pueblo palestino, Yasser Arafat.
Aunque algunas nos parezcan
lejanas, y otras nos toquen más de
cerca, todas estas noticias deben mantenernos
alerta.
Tensos, y a la espera.
Porque el imperio seguirá
apretando, con George Bush a la cabeza, con
el envío de tropas a cada rincón
rebelde, con la deuda externa sobre los países
"del tercer mundo", con el agua,
con las bases militares en Argentina, con
el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las
Américas).
Es necesario cerrar pronto
los acuerdos con los pueblos de toda América
y el Caribe. Es en este marco que cobra tanta
importancia para nosotros el triunfo del Frente
Amplio en Uruguay.
Es un deber prioritario acelerar el Mercosur,
los acuerdos con Venezuela y con Cuba, mostrando
que se puede salir adelante sin necesidad
de empeñar la soberanía.
Por último, el ejemplo
de Yasser Arafat en lo que hace a la autodeterminación
de los pueblos, la necesidad de mantener las
banderas de la paz, la democracia y la liberación,
como lo hizo ante el Estado Nazi expansionista
de Israel.
Sostener el camino de la
verdad y la justicia, creyendo únicamente
en el pueblo movilizado. Para que no haya
más falsas profecías golpeando
en las sienes y el costado.