EL ASESINATO
DE OSVALDO CAMBIASO Y LA CONSTRUCCIÓN
DE IMPUNIDAD. (PRIMERA NOTA)
Después
de 21 años, la causa judicial que investiga
la muerte de los militantes peronistas Cambiaso
y Pereyra Rossi corre el riesgo de cerrarse,
consagrando una vez más la impunidad
para asesinos materiales y responsables intelectuales
del doble asesinato. Sin embargo, no todos
los caminos están cerrados. La justicia
puede colarse, todavía, por algunos
resquicios. Esos que el mismo Pereyra Rossi
profetizó, cuando escribió:
"sé que serán devueltos
los servicios prestados / a su debido tiempo".
La
causa judicial que investiga el asesinato
de los dirigentes peronistas Osvaldo Cambiaso
y Eduardo Pereyra Rossi corre el riesgo de
cerrarse. Al menos, esa es la sensación
de Gladys Cambiaso: "intuimos que la
causa ha llegado a su fin. El motivo principal
es que no hay testigos, porque durante todo
este tiempo se presentó solamente uno".
Al mismo tiempo, el abogado que lleva adelante
la causa, Norberto Olivares, sostuvo que "la
única garantía para lograr justicia
en toda la dimensión es que se mantenga
el reclamo, que haya movilización popular".
Hechos
La historia puede comenzar a contarse desde
el relato de media docena de testigos. En
la mañana del sábado 14 de mayo
de 1983, Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra
Rossi fueron secuestrados por un "operativo
de fuerzas conjuntas" en el bar rosarino
Magnum, de Córdoba y Ovidio Lagos.
Hasta allí llegó un Furgón
Mercedes Benz azul, sin patente, del que bajaron
cinco hombres armados vestidos de civil. Mientras
dos Ford Falcon esperaban en la puerta, la
patota ingresó al bar. Después
de golpear con culatazos a Cambiaso y Pereyra
Rossi los arrastraron por la calle para meterlos
en el Furgón. La patota festejó
a los abrazos, en plena calle, antes de partir.
Los cuerpos de los dirigentes
peronistas secuestrados fueron hallados baleados
en un camino de tierra cercano a la localidad
de Lima, en la provincia de Buenos Aires.
El parte difundido el 17 de mayo por el Ministerio
del Interior de la Nación y la Jefatura
de Policía de Buenos Aires afirmaba
que habían sido "abatidos en un
enfrentamiento" después de un
"intenso tiroteo" con efectivos
del Comando Radioeléctrico de la Unidad
Regional Tigre, al mando del oficial inspector
Luis Abelardo Patti, secundado por el sargento
Rodolfo Diéguez y el cabo Juan Amadeo
Spataro. El entonces Jefe de la Policía
Bonaerense, general Fernando Verplaetsen,
felicitó a los policías involucrados:
"yo creo que actuaron muy bien",
afirmó. El último presidente
de la dictadura, general Reynaldo Benito Bignone,
calificó a los tres asesinos como "tres
jóvenes valientes".
Sin embargo, una autopsia
realizada el 21 de mayo de ese mismo año
comprobó que Cambiaso había
muerto "tras recibir un balazo en la
nuca, disparado a menos de un metro de distancia",
y que tenía "signos de golpes
en sus hombros, codos y rodillas". Otro
examen médico demostró que Pereyra
Rossi "fue torturado con picana",
antes de ser fusilado por un disparo a "menos
de dos metros de distancia". La autopsia
reveló también que los fusilamientos
se produjeron el mismo 14 de mayo.
Impunidades
En diálogo con Alapalabra, Norberto
Olivares relató que "la causa
tuvo en sus inicios, en 1983, al juez de Rosario
Jorge Eldo Juárez, que investigó
el presunto delito de secuestro. Como los
cuerpos aparecen fusilados en un campo en
jurisdicción de la provincia de Buenos
Aires se da una cuestión de competencia.
Y Juárez dice que tiene que seguir
investigando el juez de San Nicolás,
contra la. postura de los familiares, que
sostienen que el secuestro y la muerte son
parte de un mismo hecho y por tanto la investigación
tenía que ser única, y producirse
en Rosario". En un primer momento, la
causa quedó en manos del juez federal
de San Nicolás Luis Hilario Milessi,
quien la caratuló como "atentado
y resistencia a la autoridad, abuso de armas,
doble homicidio en riña y tenencia
de arma". Milessi era "un ex miembro
de las Fuerzas Armadas y padre de un médico
policial de la zona de San Nicolás",
como lo denunció en esos días
el abogado Augusto Conte.
Fue el juez penal de San
Nicolás, Juan Carlos Marchetti quien
dispuso la prisión preventiva de los
tres policías por "homicidio calificado
reiterado", basado en la tercera autopsia
de los cuerpos. Marchetti también ordenó
las detenciones del médico policial
José Gobbi (autor de la primera autopsia)
y del comisario Carlos Pascual Guaragna, acusados
de "falso testimonio y falsificación
de documento público". Para ese
entonces, el juez Eldo Juárez había
remitido ya todas las actuaciones a Marchetti,
pidiendo la unificación de las causas.
Patti, Diéguez y Spataro quedaron detenidos
en la unidad carcelaria Nº 3 del Servicio
Penitenciario Provincial, en San Nicolás.
Pero por un tiempo breve: el 4 de noviembre
de 1983, la Cámara Segunda de Apelaciones
de esa ciudad confirmó el sobreseimiento,
consignando en su fallo que "los testigos
fueron modificando sus dichos originales".
Los policías quedaron en libertad.
Olivares relata que "la
investigación siguió el hilo
de la versión oficial del enfrentamiento.
Primero se dictó la falta de mérito,
y después sobreseimiento definitivo
para Patti y los otros dos policías.
Allí, la instancia judicial, por lo
menos en el país, queda culminada".
Sin embargo, para Ethel y Gladys Cambiaso,
"la gente ya conoce la verdad. El hecho
material lo hizo Luis Patti con otros dos
policías, que en un primer momento,
estuvieron detenidos. Pero después
presionaron al II Cuerpo de Ejército,
diciendo que si no los soltaban, ellos contaban
todo. Y desde ahí no hubo manera de
volver a meterlos presos".
Incorregibles
La investigación del doble asesinato
de Cambiaso y Pereyra Rossi puede establecer
jurídicamente la serie de órdenes
impartidas por la dictadura en sus últimos
años para continuar con el plan de
exterminio. Dice Norberto Olivares que no
hay que olvidar que "había una
calificación penitenciaria de Cambiaso
como incorregible. ¿Qué es lo
que el sistema consideraba incorregible? Que
Cambiaso iba a seguir fiel a sus convicciones,
fiel a sus principios. Que iba a volver a
intentar, en otro momento histórico,
plantear un proyecto político de país
distinto". Ethel Cambiaso recuerda que
"una vez le señalé a mi
hermano que ponía permanentemente en
riesgo su vida". Entonces, Osvaldo le
contestó: " para mí es
peor vivir en este estado de injusticia que
afrontar mi propia muerte".
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