CRÓNICAS
DEL MOVIMIENTO OBRERO EN SANTA FE
Crearon
fuentes laborales, y un nuevo espacio de participación
política, cultural y social para quienes
resisten, trabajan y luchan por la libertad
y la igualdad. Desgastados ideales. Tan lejanos
ideales. Tan deseados ideales que no dejarán
de perseguir. Porque en eso va su pelea, su
dignidad y su vida.
Primavera del 2002. Trasponiendo
la puerta del edificio de calle Tucumán
al 1300, el centro cultural La Toma, aparece
algo confuso. La primera impresión
es de un cierto desorden. En la antesala muchas
personas caminan cruzándose en distintas
direcciones. Algunos toman mate en un rincón.
Otros, sentados, conversan en grupos, entregados
a pasionales disquisiciones políticas.
Mas atrás, el mercado, ocupa un sector
reducido del quebrado ex Hipermercado Tigre.
Unos 5 ó 6 hombres y mujeres integrantes
de la Cooperativa de Trabajadores en Lucha,
que recuperaron la empresa, despachan a los
clientes, en su mayoría vecinos del
barrio. Sobre la pared de la derecha hay una
góndola de frutas y verduras provenientes
de huertas comunitarias de programas sociales
de Rosario. En el otro extremo, enormes planchas
de panes y medialunas son ubicadas para su
venta. Me dirijo hacia una mesita llena de
papeles y folletos con información
sobre los talleres y actividades del Centro.
Me recibe Rubén. Tiene el pelo lacio,
entrecano, casi hasta los hombros y barba
bien recortada. Unos 40 años. Me explica
cómo funciona La Toma, y me acompaña
en mi recorrido. Bajamos hasta el subsuelo,
al lugar en donde alguna vez funcionó
el auditorio del Hogar Obrero. Sólo
el escenario, venido a menos, resistió
el paso del tiempo y los vaivenes económico-empresariales.
Ningún rastro de las butacas. Es un
amplio espacio desierto. Me recuerda a los
teatros que solían montarse en los
clubes de barrio. Rubén me cuenta que
intentan levantar allí una sala para
brindar charlas, recitales y obras teatrales.
Después subimos al primer piso. Hacemos
silencio. En este mismo momento hay actores
ensayando. Son los alumnos del taller de teatro,
uno de los tantos que se dictan en La Toma.
Volvemos a la planta baja. Salimos hacia el
estacionamiento. Las señoras que parten
con sus bolsas de compras, se detienen para
ver las obras de un grupo de artistas plásticos
que trabajan allí desde hace horas.
En el fondo, tres chicos con trapos y mangueras
se encargan del lavadero de autos. Nos acercamos
a ellos, los saludo y traspasamos una cortina
de tiras plásticas. Es la parte de
atrás del mercado, donde el público
no tiene acceso. Las góndolas y las
ruinas del gran hipermercado yacen impasibles
entre murales de vivos colores hechos por
los chiquitos del taller de arte. Del techo
cuelga un objeto extraño. "Es
el traje de volar", explica Rubén.
También lo construyeron los chicos.
"Si te lo pones, podés desplazarte
hacia arriba y recorrer el aire que elijas
volar". Me suena como un eco: "desplazarte
hacia arriba y recorrer el
aire que elijas volar". Eso es. De eso
se trata. De construir espacios. Nuevos. Diferentes.
Hacer lugar a quienes existen y son, más
allá de los centros de poder. A quienes
se obstinan en su dignidad. Porque saben volar
en las alturas. Hace poco más de un
año La Toma no era, tal vez, siquiera
una ilusión. Pero hombres y mujeres
creyeron que era debido y posible.
Invierno del 2004. La Toma
sigue volando. Desde el año pasado,
en el primer piso del local de calle Tucumán,
funciona un Comedor de la Federación
Universitaria de Rosario donde 30 trabajadores
alimentan por muy poco dinero a más
de 200 estudiantes y a todos aquellos que
los quieran visitar. Las obras de teatro,
charlas, presentaciones de libros, y recitales
se multiplican. Cada día más
rosarinos se apropian del espacio y de su
espíritu. La Toma lleva bien puesto
su traje de volar.
29 de julio de 2004. En
el marco del juicio caratulado "Banco
Finansur S.A c/ Hipermercado Tigre S.A s/Concurso
Especial", el Juzgado Civil y Comercial
de la 14º Nominación a cargo de
María de los Milagros Lotti fijó
los plazos de la licitación para la
venta del inmueble de Tucumán al 1300.
Francisco Regunaschi, el empresario que el
23 de agosto de 2001 llevó a la quiebra
al ex Hiper Tigre, adeuda 85 millones de dólares.
La base del remate es de poco más de
$3.200.000, ni el 10% del total de la deuda.
"Con esta plata sólo va a alcanzar
para que cobren los integrantes de la Sindicatura",
advirtió Carlos Ghioldi, secretario
gremial de la Asociación de Empleados
de Comercio. La urgente sanción de
la ley para la expropiación del edificio
y su posterior entrega a la Cooperativa de
Trabajadores evitaría que éstos
queden en la calle y, sin espacio, los talleres
culturales y el comedor. "La solución
es netamente política y la tienen en
sus manos el gobernador Jorge Obeid, los legisladores
y hasta el Presidente Néstor Kirchner",
agregó Ghioldi. La Asociación
de Empleados de Comercio estima que la deuda
del ex Hipermercado Tigre sólo con
organismos públicos -nacionales, provinciales
y municipales- supera los 25 millones de pesos,
lo que los convierte en posibles avales para
solicitar la expropiación.
30 de julio de 2004. Se
inauguran las obras de remodelación
del Aeropuerto Internacional Islas Malvinas
de Rosario. El presidente Néstor Kirchner
está presente en el acto oficial. A
su lado, el gobernador Jorge Obeid y todos
los funcionarios que pudiera contener el escenario.
El slogan del Gobierno provincial hablaba
de un aeropuerto internacional renovado "para
una provincia de alto vuelo".
Muchas personas jamás
han visto ni podrán imaginar el traje
de volar. Algunas han intentado inútilmente
usurparlo. A muchas, el traje siempre les
quedará grande. Pero hay otras, en
cambio, que -como en La Toma- saben lucirlo
mejor que nadie. Hombres y mujeres de alto
vuelo. Bandadas que se agigantan en el aire.
Los bajos intereses de oscuros grupos económicos
pretenden derribarlos de un hondazo. Ya sobrevuelan
hambrientos. Son aves rapaces que sólo
comen carroña y huelen a putrefacción.
No se puede mirar para otro lado. La decisión
política es la salvación de
La Toma. O se es buitre o se es bandada. Al
que le quepa el traje que se lo ponga.
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