Las balas invisibles
por Pablo Álvarez

LA MUERTE DE ORLANDO LEPRATTI Y LAS CAUSAS DE DICIEMBRE DE 2001

Cuando el eco de las movilizaciones populares exigiendo justicia todavía resonaba en las calles de Rosario, Orlando Lepratti comenzaba a transitar otros rumbos. A encender otros fuegos, no faltos de lucha y rebeldía.

 

 

Desde Concepción del Uruguay, desde la zona rural donde vivió y trabajaba, Orlando Lepratti se venía desde hace tres años a Rosario, después del 19 de diciembre de 2001, cuando una bala policial asesinó a su hijo Claudio, el "Pocho de Ludueña". Orlando comenzó a caminar los pasos de su hijo. A señalar con nombre y apellido a los culpables que deben pagar por las muertes. En la escuela de barrio Las Flores, el último 19 de diciembre, nos dijo que le hubiese gustado haber acompañado a su hijo mucho más, que le hubiese gustado conocer más el trabajo que hacía en los barrios.
Pasaron tres años de aquel diciembre, que costó la muerte de 9 personas en nuestra provincia. La mayoría de los casos permanecen impunes. La Comisión Investigadora No Gubernamental consideró que el Estado Provincial "violó las garantías constitucionales, porque no aseguró los derechos humanos durante la situación de conmoción social". Y aún después de la crisis, tampoco garantizó el derecho a la justicia de las víctimas.

Mural
Al principio nadie podía creerlo: hacía unas horas, apenas, lo habíamos visto en los actos. Sin embargo, de regreso a Concepción, a la mañana muy temprano, Orlando Lepratti se murió de un paro cardíaco, tomando mate en su casa. El lunes 20 había participado del acto en los Tribunales Provinciales, donde reclamó por última vez justicia por los crímenes y castigo a los culpables. "Cuando no nos matan con balas, nos matan arruinándonos la salud- dijo Herminia Severini aquel lunes, frente al cordón policial- debemos cuidar nuestra salud, para seguir luchando, no dejemos que nos enfermen".
En medio del patio de la escuela de barrio Las Flores, donde hace poquito los pibes estrenaron la cancha de básquet, el 19 de diciembre se recordó a las víctimas. Un mural enorme realizado por los alumnos de la escuela, con una bicicleta alada, fue colocado en el techo del edificio. En el mismo sitio donde asesinaron a Pocho. Orlando acompañó ese acto junto a otros familiares, junto a los pibes de "La Vagancia", la agrupación de barrio Ludueña creada por su hijo. Orlando dijo ese domingo que no basta con la condena de Esteban Velásquez, el policía que disparó. Que también deben dar cuenta los agentes que lo acompañaban, Rubén Darío Pérez y Marcelo Fabián Acuña. Y todos los responsables políticos, desde el entonces gobernador Carlos Reutemann, hasta el ex Ministro de Gobierno Lorenzo Domínguez y el ex Secretario de Seguridad, Enrique Álvarez.
A tres años de aquel diciembre de 2001, la justicia y el Gobierno Provincial parecen tener otras prioridades. Mientras tanto las balas se siguen disparando en el dolor de los familiares que aún esperan una respuesta.

 

 

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