28 ABRILES, IMÁGENES
DE LA RESISTENCIA
Rompo este huevo
y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos
vivirán y morirán. Pero nacerán
nuevamente. Nacerán y volverán
a morir y otra vez nacerán. Y nunca
dejarán de nacer, porque la muerte
es mentira.
(Eduardo Galeano. Memorias del Fuego).
El
jueves 5 de mayo no fue un día cualquiera,
no fue una tarde cualquiera porque, entre
otras cosas, el cielo se veía diferente.
Las Madres llegaban de a poquito, en silencio,
con la urgencia de encontrarse como cada jueves,
pero con el dolor de una ausencia que no fue
una ausencia más.
Ese día Elenita Belmont, la presidenta
de las Madres de Plaza 25 de Mayo, se fue
a rondar por otros lugares del universo, con
sus 89 años y esa llama misteriosa
que supo encender los corazones de quienes
la conocimos.No era una tarde cualquiera,
las nubes también lo sabían,
porque ese día también nos convocaba
la memoria, la alegría de luchar y
de estar de pie, la celebración por
la existencia de las Madres y Abuelas de Plaza
de Mayo.
28 abriles, imágenes de la resistencia,
así se llamó la muestra que
daba inicio esa misma tarde en el Centro Cultural
Bernardino Rivadavia, el de nombre ingrato...
La jornada que duró seis días
nació con la intención de contar
a través de fotos, videos, músicos
y paneles la historia de lucha de las Madres,
el recorrido que había comenzado un
30 de abril de 1977 en la Plaza de Mayo.
Travesías
28 años de lucha,
la memoria individual hecha colectiva, así
fueron apareciendo, mezclados en los paneles,
los avisos de retorno que las Madres recibían,
con la firma del propio General Videla, del
propio Ministro del Interior, Albano Harguindeguy,
o de algún supremo y distraído
representante de la Iglesia, después
de enviar una y mil cartas desesperadas.
No fueron imágenes, solamente, desplegadas
en las paredes del Centro Cultural. Fueron
seis días intensos donde la memoria
se fue construyendo de a pedacitos, a través
de fotos, recortes, poemas, palabras y cartas
que fueron brotando y nos fueron convocando,
invitando a pensarnos, a vernos en el espejo
sensible del dolor hecho puño en alto.
Las Madres fueron construyendo la muestra,
día por día, junto con los sobrevivientes
y con las canciones, las fotos que se iban
agregando armaron el rompecabezas, el relato
de los últimos 28 años.
Así el silencio se hizo escuchar y
nos habló de las puertas cerradas,
de las lágrimas, de los recorridos
por interminables pasillos, de las miserias
de los cómplices. También nos
habló de la valentía, del desafío
de un puñado de mujeres que se puso
de pie para enseñarnos a no claudicar.
Encuentros
Desde el primer día
los músicos invitados fueron poniendo
color a la ceremonia, los videos documentales
y panelistas nos llevaron por un extenso recorrido
que partiendo de las luchas agrarias de principios
del siglo veinte nos trajo hasta los hechos
del presente. La historia fue tomando vida
en el relato de sus protagonistas.
En la muestra estuvieron presentes representantes
del Movimiento Agrario de Misiones, de las
Cooperativas de Trabajo de la región,
historiadores, testigos, periodistas, artistas
y trovadores que de a poquito se fueron arrimando
al fogón, a la ronda que por seis días
se trasladó desde la Plaza 25 de Mayo
al Centro Cultural.
De este modo pudimos viajar en espacio y tiempo,
asomándonos a distintas experiencias:
El Grito de Alcorta, El Rosario de Galtieri,
Olga Aredes y el Ingenio Ledesma de Jujuy,
la vida de María Irma Molina, fueron
los temas que pasaron por la pantalla y el
cuerpo de cada uno de nosotros.
Insistencias
Hay quienes dicen que las
casualidades no existen, que no son tan casuales
o que, al menos, tienen algo de premeditación.
La partida de Elena un día jueves,
el mismo en que comenzaba la muestra, tendrá
su misterio, su profundo significado.
Irma también se fue un día jueves,
con el nacimiento del nuevo año.
¿Cómo contar que ellas eran
mujeres alegres, y que sus vidas fueron vidas
hermosas, tan hermosas como intensas, tan
misteriosas como inquietas...?.
Cuando las Madres cambiaron la historia hicieron
del jueves el día del encuentro, el
día de la lucha y de los abrazos, de
alumbrar sueños distintos, que despierten
y convoquen a otros sueños que parecían
dormidos.
Por eso la muestra no se detuvo, siguió
andando como siguieron las Madres andando,
desafiando al miedo, venciendo a la muerte.
Así las fotos nunca estaban quietas,
crecieron a través de los días,
sumando historias, luchas y encuentros, girando
como giran las Madres, cada jueves, en la
plaza.
28 abriles, imágenes de la resistencia,
ventanas donde asomarnos y dibujar horizontes,
para seguir caminando, para seguir naciendo.
Huellas
Seis
días duró la muestra.
Y la gente fue participando,
dejando su huella, su impresión
en el libro de visitas.
Así se fueron
sumando, entre dibujos y palabras, entre
saludos y poemas, los testimonios de
una jornada intensa.
Fede, que tiene 4
años quiso dibujar con sonido
sus caritas y guitarras.
David tiene 5 y nos
pregunta por la "casa explotada",
la que se ve en una foto: "¿Quién
la hizo explotar?, ¿la Madre
que vivía en ella estaba adentro?,
¿quisieron matarla los militares?".
Chiche Massa, la
dueña de la casa volada, nos
agradece por estas jornadas, donde
"las Madres nos sentimos acompañadas,
reconfortadas y mimadas".
Palabras en rojo,
opiniones y hojas en blanco, inconclusas,
se mezclan en el cuaderno que alguien
sin firma quiso iniciar con un poema
que Mauricio Rósencof le regaló
a Eleuterio F. Huidobro en 1974, en
la oscuridad de la celda de una cárcel
uruguaya:
"Si
este fuera mi último poema /
insumiso y triste / raído pero
entero / tan sólo una palabra
escribiría: Compañero".
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